lunes, 30 de junio de 2008

Las camperas rojas y azules

Apoyo mi cabeza sobre la almohada, estiro mis piernas, suspiro y cierro los ojos. Siento que todavía me deslizo, veo un manto blanco, bajo en zig-zag. Abro los ojos y veo blanco de nuevo; pero no una montaña, sino un techo. Entonces los cierro nuevamente y siento el dolor en la pierna del golpe que me di bajando muy rápido. Recuerdo aquel episodio con el brasilero en la silla y el chico lindo que se sacaba la bota. Me escucho decir “Dale, sin miedo. Vení por acá”. Escucho a mamá contestar: “¡No, es muy empinado!”. Recuerdo la hamburguesa, la chica sentada en la mesa del lado y el chiquito en snowboard que me pasó rapidísimo y sin miedo a nada. Recuerdo las camperas rojas y azules, las camperas de Flechabas, varios grupos de diez personas en la base, todos vestidos iguales, intentando manejar los esquís. Y de nuevo me invade la nostalgia, los recuerdos, las ganas de tener puesta esa misma campera que usé hace un mes y de pertenecer al grupo de “teletubies”, todos iguales, gritando como guachos, que comen a la misma hora, la misma comida. Veía camperas rojas y azules, pero no distinguía al rostro dentro de ellas. No podía gritar “¡Ey! ¡Campera de Flecha, ¿quién sos?!”. No podía, no llegaría a nada, no los reconocería. Sentía la tonada tucumana, me daba vuelta y no eran mis compañeros; era un grupo de teletubies, todos iguales, gritando como gauchos, que comiendo a la misma hora, la misma comida. Los grandes no eran mis profesores. Las camperas verdes y amarillas no eran de mis coordinadores. Ahora sí me doy cuenta cuánto quisiera volver a vivir esos días que viví un mes atrás. Con las mismas personas, las mismas actividades, los mismos lugares, lo mismo. Porque cada pequeña cosa fue lo que llevó a ese viaje a ser lo que fue. Y a que hoy, al ver el colectivo celeste que dice “Vamos Argentina. Flechabus” parado en la terminal de San Martín de los Andes, suspire y diga: “¡¡Quiero volveeeeeeer!!” por más que estaba ahí.

Escrito: 5/7/07 mientras estaba en San Martín de los Andes con mi familia, unas semanas después de haber estado con mis compañeros en el viaje de egresados.

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