jueves, 27 de enero de 2011

Superioridades (El rapto de Prosperina)




Cosas como estas son las que me recuerdan lo ínfima que soy, y ya no ante el universo o el tiempo, sino ante mi misma especie. Que una persona haya esculpido esto en un enorme mármol rugoso con una punta y un martillo, es simplemente impensable, inimaginable para mi cabeza. La escultura en mármol del renacimiento y barroco es una de las disciplinas que me transporta a otra esfera y me deja completamente descolocada, con la boca abierta, con el alma alborotada y el ego en un vaivén insoportable, tan aplastador como vigorizante e inspirador.


Ph: El Rapto de Prosperina, Gian Lorenzo Bernini


El rapto de Proserpina es un escultura realizada por Gian Lorenzo Bernini entre los años 1621 y 1622.
Fue encargada por Scipione Borghese, que se la cedió al Cardenal Ludovico Ludovisi en 1622, quien la llevó a su villa. Permaneció allí hasta 1908, cuando el Estado italiano la adquirió y la devolvió a la Galleria Borghese.
Es una gran estatua de mármol, perteneciente a un grupo escultórico ejecutado por el artista. Representa a Proserpina (Perséfone en la mitología griega) siendo raptada porPlutón (Hades en la mitología griega), soberano de los infiernos.
Tx: es.Wikipedia.org





Ph: El Rapto de Prosperina (detalle), Gian Lorenzo Bernini

lunes, 24 de enero de 2011

Banda sonora para días grises

Si pudiera elegir qué música quiero que suene en mi velorio, sería el soundtrack de Cinema Paradiso. Por las muchísimas lágrimas que esos acordes me han hecho derramar, porque siempre ha sido la banda sonora de mis días grises, por el gran Ennio Morricone, por la forma en que sabe partirme el alma y volvérmela a armar.

domingo, 23 de enero de 2011

Como la cigarra

Cantando al sol como la cigarra,
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente que vuelve de la guerra.

Tx: María Elena Walsh, Como la cigarra | Ph: Sara Facio | Edición: Valebé

sábado, 22 de enero de 2011

No te vayas II

Salió sin querer, a dos años del I

No te vayas. Dale, una vez dame con el gusto. No quiero extrañarte como sé que lo voy a hacer. Dale, quedate conmigo. Quedate en mis brazos. Quedate un ratito. Metete acá, bajo mis sábanas. Enroscate como te gusta y perdete entre sus pliegos. Hacete un nudo que no te deje escapar. Y así cuando yo levante el cubrecamas, encuentre tus ojitos brillando al mirarme. Tu sonrisa a media marcha cuando recién te despertás. ¿Puedo guardarte en mi repisa? No quiero soltarte. ¿En un frasquito entonces? ¿Puedo meterte en una canastita? ¿En la caramelera llena de dulces de colores? La vas a pasar bien, estoy segura que es muy cómoda. Y podés comerte los caramelos que quieras. Y si no encontrás de los masticables de cereza prometo ir a comprarte. Pero no te vayas. Dale, dame un beso más. Abrazame un ratito más. Bueno, está bien. Pero sólo te advierto que tu bolso va a tener que pesar un poco más. No me corras. Dejame que me quede. Quiero ir con vos. Te prometo que me voy a portar bien. Te voy a mirar en silencio. No voy a dejar que nadie me vea. No, de verdad. Prometo estar callada. Acordate que siempre soy la mejor jugando a las escondidas. Y acordate cómo renegás de mis silencios. Dale, dame con el gusto. No quiero extrañarte. No quiero dejarte. ¿Sí? ¿De verdad? ¡Qué lindo, gracias! Claro que estoy lista. ¿Cuál bolsillo está más desocupado? El de las medias me gusta, estoy segura que va a ser el más cómodo.

viernes, 21 de enero de 2011

Este maldito mal

Quiero volver a nacer sólo para ver si esta vez tengo la suerte de que sea sin alergias.

martes, 18 de enero de 2011

Ansioso escupitajo al volver

Estuve en la cima más alta. En aquella donde el viento es tan fuerte que despeina hasta los huesos. Pero qué importa ahora un nudo más en el cabello. Qué importa la fuerza de la puna golpeando mi cara si trae consigo tanta libertad. Tuve la libertad en mi mano. Y sé que aún la tengo.

Los caminos se dividieron ante mí y elegí cuál seguir. Tracé mi ruta. Sin mapas ni brújulas, dormí cuando tuve sueño, comí cuando tuve hambre. No seguí los planes, fui y volví por los caminos cuantas veces quise. Con una hermosa alma me acompañé. Con lo que cabe en una mochila viví y fui feliz.

Caminé cuando quise, salté, volé, corrí, grité y callé. Cumplí aquel sueño que no lo tacho de la lista, sino que lo vuelvo a anotar, pero con letras más grandes. Sacié anchas ganas de libertad.

Con un libro me admiré. Bajo un árbol fui feliz. Creé historias, imaginé otras y enlacé palabras incompatibles. Me busqué en el cauce de un río, me busqué sobre la rama de un álamo. De a pequeños fragmentos de tierra, piedras y colores me fui construyendo. Y nadie lo supo. Nadie lo vio. Hay tanto que nadie sabe...

Tal vez todo lo que alguna vez escribí que tenía, era lo que más carecía y anhelaba. Tal vez lo que alardeé sentir era lo que buscaba. Y no lo logré. Y nadie lo supo otra vez. Y nadie me buscó. Y nadie me abrazó. Y nadie siquiera me vio.

La verdad es que a veces lo extraño. Sólo a veces. Extraño ese pedacito, sobre todo, ese pedacito de él que me hacía hablar, volar, escribir, sentirme pequeña, buscar la grandeza. Su profunda cucharita con la que removía un alto café y un alma estancada. La revolvía. La revivía. Él... él sí entendía.

Tal vez mi mente camina en otro sentido del que parece. Tal vez no camino a tu lado. Y nadie de eso se da cuenta. Y tal vez las palabras que me dirigieron fueron en vano. Dejen sus abrazos en silencio. Abracen. Abracen como se debe abrazar. Sientan. Abracen y sonrían. Eso es más, mucho más que suficiente.

El viento me sopló unas letras, me esbozó unas sonrisas y me mostró los colores. La noche trajo frío y el día calor. Las miles de estrellas me presentaron al sol y luego éste a la luna. Y me volví a enamorar. Comí una manzana y pequé. Volví a pecar. Y cargo con este grave pecado según ellos; pero el más dulce sueño para mí, la más feliz batalla. Una inmensa razón para vivir y para sonreír. Cargo con el pecado hecho felicidad; con la tentación hecha sonrisa. Y otra vez, nadie lo sabe. Y ellos no lo entienden. Y ellos no saben sentirlo. No quieren. Se lo niegan.

Y lloré. Lloré como una niña sin consuelo. No pude detener los ríos de lágrimas. No pude respirar. Alimenté el mar, mojé tu remera y me lastimé las manos de tanto presionar. Te tuve, te fuiste, te busqué, te encontré, te amé. Te amé como nadie. Te amé como nunca. Me sangró todo el cuerpo y hasta el alma. Y sigo amándote sin consuelo. Sigo alimentando mares. Sigo arañando paredes. Te muestro los dientes. Cierro la boca. Sonrío. Te amo. Respiro. Te amo. Quiero paz.

Pero el tobogán no tiene fin. Sus caídas siguen variando. Y sé que te cansaste. Te pido perdón. Y te vuelvo a pedir perdón. Quiero correr, que me falte el aire, que la puna me desgarre y me tire con fuerza sobre sus piedras. Que no me permita levantarme. Que el sol me ampolle el cuero. Que la lluvia me refresque. Que la noche me acaricie. Y si es posible, que sus labios me besen.

Mientras ella me mira. Sus ojitos chiquititos y brillosos, que tanto dijeron parecidos a los míos, se posan en mí. Pestañean lentamente y me siguen. Su manito tiembla sobre la mía. Y me llama por mi nombre en diminutivo. Y me pide que la acompañe. Que le sirva. Que le corra. Que le cuente. Ella también entiende.

Pero nadie sabe. Y mucho tengo. Y nadie sabe. Y pocos creen. Y tal vez camino hacia atrás. Y tal vez el remo se quiebra. O sólo se vence. Y quiero volar. Y saber cantar. Quiero saber cantar.

No me crean. No me busquen. No me pregunten.
Escribime. Abrazame. Decime. Sonreíme.

Sin mapas ni planes quiero vivir. Bajo un viento que despeine, un color que me alimente y un pecado que reviva. Una lucha por luchar. Con su alma para amar. Sin estacas y con mochila. Con piernas fuertes y pulmones anchos. Con un libro en la mano y siempre cerca de un árbol.

miércoles, 12 de enero de 2011

Fantasmas

He vuelto a caer
en esta habitación oscura y sus fantasmas.
En el silencio que carcome
y la ausencia de tu mano.

He vuelto a caer
en este sitio donde no te tengo.
No hay luz, ni tu resplandor rojizo.
Y no te encuentro.

He vuelto a caer
en las atolondradas y punzantes preguntas,
En los planes que no quiero,
en el tiempo que se acerca.
En el eco de mi propio suspiro,
en este insomnio tan vacío.

He vuelto a caer
en donde no quería volver.
En la lluvia sobre el techo,
en el insólito ruego.
Los dedos desesperados,
la boca de pescado,
el pecho cual grano de arroz
que cae a mil por hora.
El túnel que parece no tener fin
da vueltas y vuelve al mismo sitio.
Ciclos.
Y arañar.
Y subir.
Con el mismo pie.
Con el mismo aire.
Con la misma cara.
Con esta ausencia en plena oscuridad.
Y estos fantasmas acribillando tanto dolor.

lunes, 10 de enero de 2011

Xilofón

Quiero un xilofón.
O nunca haber tirado-perdido-roto-regalado (o lo que haya sido de)
el que tenía cuando era chica.