lunes, 28 de febrero de 2011

Caos

Yavi, Jujuy, Argentina
Ahí estoy. Desde esa imagen te saludo. ¿No me ves? Soy ese cielo que grita, llueve y te golpea. Te alaba, te aplaude y te enmarca. Y sin que te des cuenta ya te estoy sonriendo. Te estoy meciendo. Te alumbro, te suspiro, te beso. Hasta que caigo y pataleo. Zapateo, salpico y muerdo. Luego sangrás vos, sangro yo y me hundo bajo el suelo. Duermo en silencio. Cierro mis ojos, me rodea la oscuridad. Hasta que una luciérnaga se enciende y quiero luz. Pido luz. Imploro luz. Más luz. Dame más. Que explote. Que me encandile. Que me agobie, me queme, me canse. Que se rompan los silencios, los vasos y las paredes.

Soy el césped que se ahoga, sale a flote, se inunda y sabe nadar de pecho. El barro que pisás, el que te ensucia, te limpia, te alimenta. Tropiezo, me desnuco, lloro. Me levanto, me seco, me limpio. Y siempre vuelvo a caer. Me armo, me desarmo. Me desarmo, me armo. Levanto una piedrita, la guardo en mi bolsillo, se mojan mis deditos. Te guardo en mi bolsillo. Me cuelgo de tu cuello, te muerdo el hombro. Te beso en esta libertad, en esta paz. Te tengo en este mundo, en todos estos golpes. Me encuentro entre estos colores, estoy sola en este caos.

En éste, mi eterno vaivén de luces y oscuridades, soy toboganes, soy calesitas, soy trampolines, hamacas y resortes. Soy el silencio que te calma, el que te quiebra de rabia. Soy la sonrisa que te eleva, el llanto que te estrella contra el suelo, que te desfigura, y que te hace volar. Soy agua, soy fuego. Salto, me elevo, vuelo, me quiebro. Y también vuelvo. Tropiezo, lloro y río. Me hago, me deshago. Me creo, me destrozo. Respiro. Me ahogo. Suspiro. Sueño.

Soy la tormenta que rompe la calma. Soy la calma tras la tormenta. Soy la tranquilidad que apacigua el caos. Soy el caos que quiebra la paz. Soy la tranquilidad en el caos. Soy el caos mismo.

No te escapes

No te escapes.
Vení.
Llamá.
Seamos.
Podemos.
Sentime.
Mirame.
Quiero.
Dale.
Volvé.
Aparecé.
Decí.

¿Y si te digo que te necesito?
¿Y si te digo que te extraño?
¿Y si te digo que te busco?
¿Y si te digo que te quiero?

jueves, 24 de febrero de 2011

Recordándote

Querida M.

Quisiera saber cómo estás. Si tu alma ha encontrado la paz que tanto ansiaba. Si tu cabeza descansa sobre un cuerpo al que amas. No creas que me he olvidado de vos. Eso es prácticamente imposible; bien sabés que sería como pedirme que deje de escuchar los discos de Frank Sinatra a todo volumen una y otra vez. Cada noche que espío a las estrellas me acuerdo de vos y aquello que una vez me dijiste sobre la luz que cada una de ellas emite. Cómo olvidarte si me enseñaste el nombre de mi estrella favorita. Y todavía estás acá. Y rondás por mi cabeza. Y te encuentro en cada gorrión que toma vuelo. Porque con vos pasé toda una tarde tomando mates y hablando de gorriones y sabores de helados.

Me pregunto si lograste librarte de aquellas cuerdas que tan fuerte te ataban al suelo y te impedían despegar. Si descargaste algo del peso de tu espalda. Si sos más liviana y te diste cuenta que así es más fácil caminar, se salta más alto y se vuela más lejos. Mujer, ¡sí que llevabas peso en aquel entonces! A mí la sociedad ya me pesa un poquito menos. Aprendí tanto en este tiempo... es increíble cuánto se aprende cuando creés que ya no te queda nada de luz por delante. Aprendí de mí, de la gente, de las letras, de la naturaleza. De la naturaleza más que nada, que en realidad, es la que lo tiene todo. Nos tiene a todos.

Me pregunto si estarás conociendo todos aquellos destinos que nos prometimos esa fría noche de chocolates y un pedazo de papel cuadriculado. Si estarás instalada y quieta en uno de ellos, o serás tan nómade como soñábamos. ¿Llevaste tu bicicleta con vos? En cada bici azul que cruzo por la calle te busco... pero nunca sos vos quien la maneja. A veces es tu peinado, a veces la forma de tus piernas, otras tu mochila desteñida... pero nunca sos vos completamente. Tal vez hasta conseguiste la réplica del Van Gogh que tanto te gusta. Yo intenté copiarlo hace un tiempo. Pero el resultado fue tan espantoso, que lo escondí en el fondo de mi ropero, junto con las cartas de los amantes de antaño. Tal vez a las polillas les guste, quién sabe.

Quisiera saber de tus ganas, de tus nuevos sueños, de tu corazón. Espero que tus ansias de tener el mundo ante tus ojos no hayan cesado y ya hayas conseguido un montón de recuerdos para contarme algún día. Me pregunto si seguirás luchando por aquello que te robaba algunas lágrimas cada vez que me lo explicabas. Estoy segura que no bajaste la espada y que ya debés haber logrado mucho más. Hasta te imagino de la mando de quien haya invadido tu inmenso y frágil corazón y te cuide tras su escudo también, mucho más de lo que cualquiera acá pudo haberte cuidado.

Te imagino libre, despeinada, con una o dos arrugas más y una sonrisa dos veces mayor que la que conocí. Te imagino con muchos libros más en tu lista de “genialidades ya masticadas” y con la cabeza en alto hacia el sol. No puedo imaginarme dónde estás, ni con quién. Pero estoy segura que feliz. Al menos eso es lo que más deseo.

Te dejo estas letras en ese lugar que fue tan nuestro y al que tal vez algún día que me extrañes, decidas volver a buscar algún eco de lo que allí vivimos. Te las dejo ahí porque no sé qué puerta golpear, qué colectivo tomar, ni en qué planeta estarás cazando un arcoiris ahora.

Esperando saber pronto de tu sonrisa y tus nuevas aventuras, lleno el sobre de abrazos, que ésos tal vez viajen y te encuentren. Y mientras sigo con mis luchas internas que jamás terminan, espero tus noticias.

Te quiere desde el primer día (y te extraña montañas),

La de la bici amarilla.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Estereotipos

No chiquitito, no mi chiquito. Los rombos no son de varón, ni el color rosa de mujer. El azul tampoco de nene, ni las flores de nena. Al pelo corto también lo usan las chicas, y, ¿no sos vos varón y querés tu pelo largo? No catalogues en voz alta. No juzgues desde lejos. No creas todo lo que te digan. Descubrí con tus propios ojitos lo magnífica que puede ser la gente detrás de una camisa de flores, un estampado de rombos, una remera rosa, o la cabeza rapada.

lunes, 14 de febrero de 2011

Peligrosa

"Duelo" - Tintas sobre papel 
Copito, tené cuidado. Copito, no te dejes engañar. No, Copito, no le creás. Ya no sé cómo explicarte que va a hacerte mal. Lo sé, es la mujer más hermosa que jamás has visto. También sé del brillo en sus ojos y el misterio en que te envuelven. Pero por favor esta vez haceme caso. O al menos escuchame Copito. La conozco y sé de sus jugadas. Te hará jaque mate antes de que inicien el juego. Te llenará de flores para luego masticarlas, con la boca abierta, salivando sobre tus labios, y te las escupirá en tu garganta. Pensarás que te besa y por más apasionada que parezca, llenará tu lengua de veneno. Y ya nunca podrás quitártelo. Te ofrecerá brillos en todo su cuerpo, pero apenas caigas en la tentación, cada centímetro que toques cortará tu piel. Se te llenarán de llagas las manos, se te pondrá áspera el alma. La encontrarás carnosa, dulce y jugosa sobre una cama, pero lista para clavarte sus colmillos. Cuatro agujeros en tu aorta y con la ayuda de sus dedos te sacará partes, órganos, el alma entera, y con tu sangre maquillará sus mejillas. El color carmín penetrará en tus ojos y te dejará ciego. Querrás escapar, correr, gritar, pero tu cuerpo todo atado estará. Sonreirá dulcemente, te llenará de deseo, te explotará la pasión y entonces estallará en una malvada risa que te aturdirá. Romperá tus tímpanos. Explotará tu cabeza. Los espejos a tu alrededor estallarán y ella uno a uno los irá clavando en todo tu cuero. Su nombre calará con las aristas de los cristas en toda tu extensión, y las paredes salpicará. Sangrarás. Gritarás. Pero nadie te oirá. Y el mayor tormento serán nuestras voces advirtiéndote. Te estremecerás. Como araña cuando muere te harás pequeñito. Y ella enorme. De su grandeza se mofará, de tu debilidad se burlará. Te besará. Te escupirá. Te morderá. Te apretará. Te lamerá. Te tragará. Te vomitará. Te matará. Publicará en todos los diarios cuánto se aman. Será víctima, será la pobre tonta. Pero te tendrá. A su gusto y antojo te poseerá. Te sacará los ojos y los llenará de flores. Te abrirá la boca y tragarás brillantina. Te hará un tajo en el brazo y te pintará un sol con una sonrisa en tus huesos. Te atará un globo al cuello. Te enroscará completo. Con un moño rojo te atará. Sonreirá. Se creerá feliz. Te matará. Pero respirarás. Y ya nunca de la misma forma que antes. Nunca el mismo aire. Ni la misma paz. Ni la misma sonrisa. Ya no serás vos. No serás más.

martes, 8 de febrero de 2011

Me explota

Es que sos diferente al resto. Sos tan especial. Me hacés sentir gigante. Inmensa y tan liviana. Desde que conocí con vos la necesidad de una simple caricia, la perfección de una mirada, la inmensidad de la más armónica compañía, no quiero ya nunca estar sola. No quiero buscar tus brazos y que estén ausentes. Nunca me faltes. Cómo podría no ser feliz sintiendo que te tengo. Sabiéndote aquí. Quiero el mundo entero, y lo quiero a tu lado.

Banalidades

Los hombres comen, duermen, fuman y dicen banalidades 
y sin embargo se destruyen.

Tx: Antón Chéjov | Ph: google.com | Edición: Valebé

sábado, 5 de febrero de 2011

Un pequeño ángel

Semáforo en rojo. Freno. Un auto negro se detiene a mi lado. Siento que me observan, entonces giro mi cabeza hacia la izquierda. Sí, definitivamente me observan. Un par de ojos curiosos detrás del cristal a medio bajar me miran atentos, contorneados por unos rulos de no más de un año. Una pequeña manito apoyada contra el vidrio me lleva a fijar mis pupilas en una sonrisa picarona. No puedo evitarlo. Sonrío. Sigue mirándome fijamente (y yo a él). Levanta tímidamente su manito sobre el borde del cristal. Se acomoda de rodillas, erguido, y agita su manito en un saludo, mientras su sonrisa se hace más intensa. Vuelve a agacharse detrás del vidrio. Devuelvo el saludo con mi mano, mucho más grande y huesuda. Espío rápidamente, sin querer perder el contacto visual, y el semáforo sigue en rojo. Entonces vuelvo a él. Sigue sonriendo e ignora completamente la existencia o significado de las tres luces de colores. Vuelve a erguirse, sonreír con los ojitos entrecerrados y saludarme. Ya casi agonizo de tanta ternura. No deja de agitar su manito, entonces al mismo tiempo, agito la mía. Y le sonrío mostrando todos mis dientes. Ríe. Lo escucho. Su manito se detiene, se pone serio, arruga sus labios y me tira un beso, cuyo ruido llego a escuchar. Noto que el auto delante de mí arranca. Entonces le devuelvo otro beso mientras comienzo a acelerar muy lentamente. Miro hacia delante, corroboro que el semáforo está en verde, que los autos ya van mucho más adelante, lo miro de reojo, acelero, avanzo, vuelvo a mirarlo, y todo el tiempo sus ojitos siguen fijos en mí. Le sonrío por última vez mientras veo que su auto dobla y yo sigo derecho. Vuelvo a enfocarme en mi carril. Pero mis labios siguen sonriendo.

Él es uno de mis ángeles. Tal vez el ángel que hoy me salvó. Tengo varios. Y todos entran a mi vida de formas similares a ésta. Pero sólo algunos saben quedarse. Y cuidarme.

miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Y si fuera la última?

Las hojas de esos tupidos árboles se balancean al ritmo de la brisa. Me susurra al oído, me regala algún recuerdo, me describe las perfectas siluetas ondulantes sobre la calle de viejos adoquines. Las naranjas todavía verdes me amenazan con que tal vez no esté para verlas madurar. ¿Y si fuera ésta la última vez que miro desde esta ventana?

La brisa se convierte en viento y los árboles musicalizan mi noche sin luna. Empiezan a caer de a una, tímidas y silenciosas, las primeras gotas del amanecer. Llueve, llueve otra vez en esta ventana. ¿Y si fuera la última vez que escucho las gotas golpear en este techo? ¿Y si fuera la última noche de tren apurado y bocinas aturdidoras?

Las hojas brillan bajo ese farol amarillento ahora, se sacuden, se limpian. Yo solo puedo observarlas mientras intento que esta lluvia también limpie un poquito esta habitación. ¿Y si ya no queda nada y en la mañana todo ha terminado?

No, no quiero que amanezca. No podría ni pensarlo. No quiero sentir frío. No quiero. ¿Y si fueran estos los últimos pasos que doy de pie?

Tengo tanto miedo. No sobreviviré. ¿Y si fuera ésta mi última noche?