sábado, 30 de octubre de 2010

Calíope

Para ellas, para mí, para todos los que así hemos sentido.
Gracias, Calíope, son geniales.

Se han abierto enormes los ojos junto con la primera bocanada de aire que se inhala. Se han entrecerrado aun fijos, y se han llenado de ternura. Más de una piel se ha erizado, y algún cuerpo sé que ha temblado.

Las palabras en burbujas transparentes han salido a borbotones. Livianas, volaron sobre las cabezas multiplicándose con un golpecito en la punta de alguna nariz. La nena que empieza a comprender lo que oye, ha explotado una que otra con la punta de su dedo índice. Brillaron enormes abriéndose paso entre barriletes y avioncitos de papel. Frases enteras se elevaron intactas. Se desintegraron en lo alto. Volvieron a formarse en el rincón izquierdo. Crearon nuevas frases en el derecho. Algunas palabritas solas volaron en busca de su libertad. Se escaparon por todos los huecos, inundaron cabezas, penetraron hondo, y detonaron las más bellas emociones. Algunas clavaron sus suaves puñales entre las entrañas, pero a la vez nos acariciaron. Nos sanaron. Nos explotaron. Nos remendaron. Nos sacudieron. Nos renovaron. Nos inventaron.

Voces nacidas en el nido de algún pájaro azul llenaron la sala de plumas blancas y brillantina plateada. Voces limpias, exigentes, mimadas y mimosas. Voces buscando un más allá entre tantas sonrisas cosechadas. Acordes y voces entrelazadas mezclándose con las más puras palabras flotando en el ambiente. Escondiéndose dentro de una guitarra, de pie en la popa de un barquito de papel. Del preferido, de aquel en el más alto y sonoro mástil.

Más de un corazón se ha acelerado junto con el bongó, y varias almas se han inundado mientras el mismo sol evaporaba toda la tristeza que sin querer derramó. Las manitos se nos han calentado y el pecho ha suspirado al ritmo del punteo de seis incansables cuerdas. Más de un par de manos volaron por los aires tratando de atrapar la mayor cantidad de burbujas, de palabras, de notas. Varias son las historias que se tejieron y las sonrisas que se han desbordado sin poder evitarse. Varios somos los que al volver, garabatearemos algunas palabras, rasguearemos una guitarra, o apoyaremos el pincel sobre algún papel. Y muchos más los que estaremos esperando el nuevo encuentro. Compartiendo lo que hacemos y nos gusta hacer. Compartiéndonos siempre.

viernes, 29 de octubre de 2010

Walt's dream

All your dreams can come true 
if you have the courage to pursue them.

[Todos tus sueños pueden hacerse realidad 
si tienes el coraje de perseguirlos.]

Tx: Walt Disney | Ph: google.com | Edición: Valebé

viernes, 22 de octubre de 2010

Cosa de gatos

«Un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo.»
Osvaldo Soriano


No voy a explayarme mucho en el tema. Los gatos me fascinan. Me pierdo largos minutos en sus miradas, muchas veces tanto más profundas que algunas humanas. Son hermosos, son suaves, son independientes, son seguros, saben, conocen, observan en silencio. Están rodeados de una espiritualidad que no tiene ninguna otra mascota. Me enloquecen, me hipnotizan, me enamoran.

Éste es el mío, Mateo:


Éste es el de Ernest Hemingway, Snowball:
«- Al gato no le pasará nada, estoy seguro. No hay por qué inquietarse por un gato. Pero a lo demás, ¿qué cree que les pasará a los demás?
[...]
No se podía hacer nada por él. Era domingo de Pascua y los fascistas avanzaban hacia el Ebro. Era un día gris y las nubes iban bajas, por lo que sus aviones no volaban. Eso, y que los gatos supieran cuidarse solos, era toda la buena suerte que tendría aquel hombre.»
El viejo en el puente
Del libro: Cuentos
Ernest Hemingway


Éste el de Julio Cortázar, Teodoro W. Adorno:
«Cazenueve es un pequeño pueblo en las colinas que enfrentan la cadena del Luberon, y cuando sopla el mistral que pule el aire y sus imágenes, me gusta mirarlo desde mi casa de Saignon e imaginar que todos los habitantes están cruzando los dedos de la mano izquierda o poniéndose un bonete de lana violeta, sobre todo anoche cuando esa extraordinaria nube Magriette me obligó no solamente a interrumpir el encarcelamiento del obispo sino el placer de revolcarme en el pasto con Teodoro, que es una actividad que los dos valoramos por encima de casi cualquiera cosa.»
Verano en las colinas
Del libro: La vuelta al día en ochenta mundos
Julio Cortázar



Y éste el de Herman Hesse:
«- ¿«Qué es eso de «justo»? ¿Qué quieres decir con eso?
- Bueno, observa un animal cualquiera: un gato, un pájaro, o uno de los hermosos ejemplares en el Parque Zoológico: un puma o una jirafa. Verás que todos son justos, que ni siquiera un solo animal está violento o no sabe lo que ha de hacer y cómo ha de conducirse. No quieren adularte, no pretenden imponérsete. No hay comedia. Son como son, como la piedra y las flores o como las estrellas en el cielo. ¿Me comprendes?»
Anotaciones de Harry Haler
Del libro: El lobo estepario
Herman Hesse

Mis tres escritores favoritos tenían esta misma fascinación que yo tengo.

Confianza

A veces se me hace tan difícil lograr la confianza.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Caída

El mundo se me ha caído al suelo y no sé cómo volver a levantarlo. Ahora que está todo tirado me di cuenta que he ido apilando cosas en cualquier orden, sin colocar lo más grande debajo y lo más pequeño encima. Sólo faltaba una cosa para romper el equilibrio y dejar todo caer. No tuve reflejos suficientes para agarrar nada en plena caída. Todo está ahora en el suelo. Y no voy a levantar todo junto para armar otra pila irregular e inestable. Voy a tomarme mi tiempo, pero voy a elegir de a uno los objetos, primero los más grandes y pesados, luego los medianos, y por último aquellos pequeños, que no demandan tanto apuro. De a poco, con tiempo y fuerza, voy a armar y ordenar toda esta pila de cosas que hoy se encuentra en el suelo. Y será más fuerte y resistente que nunca.

lunes, 18 de octubre de 2010

Esperando

Creo que estoy esperando demasiado. Esperar de desear, anhelar, imaginar lo que vendrá. Desde hoy, no voy a esperar más nada (o voy a intentar no hacerlo). Hoy voy a empezar de nuevo. Es que en algún momento... me diste demasiado. Pero a todo eso, voy a intentar no recordarlo con tanta frecuencia.

domingo, 17 de octubre de 2010

Mamá

En el día de la madre le dedico la entrada a mi mamá 
y a estas otras dos mujeres fantásticas, 
que fueron dos madres más para mí.
Gracias por tanto.

viernes, 15 de octubre de 2010

Para encontrarnos

«Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo 
que andábamos para encontrarnos.»
Julio Cortázar


Julio Cortázar, por Sara Facio.
Esta mujer realmente supo hacerme sonreír, suspirar, despertar y elevarme.
Me hizo volver, y volver a volver cuantas veces quiso.


No lo busqué, nunca lo hice, ni siquiera cuando sabía ya de su existencia y según comentaban, grandeza. Cayó cerca de mi universo y de repente, mientras yo caminaba, me topé con su mano. La observé con ansias, la toqué con miedo y la acaricié con gusto, cada vez con un poquito más de confianza. La conocí, pero cada vez que volví a tocarla o a mirarla la encontraba distinta, nueva, pero siempre sabiendo que era suya, que era la misma mano que empecé a adorar, que quise llevar a todos lados conmigo. En ella pude ver la inmensidad y a la vez simplicidad del universo. Del suyo y del mío. La de nuestros universos que, aun tan lejos, en algo se parecían.

Y esta vez tampoco lo busqué. Sabía que estaba cerca, pero no quise ir a su encuentro. No directamente, y mucho menos con tanta prisa. Tenía que planearlo, que prepararme con anticipación. Pero al entrar a esa blanca habitación en busca de otro cuerpo y otra mirada, tuve que toparme con sus ojos. Sus ojos, los de siempre, pero tan distintos.

El mundo se paró, de eso estoy segura. Todo se detuvo por unos segundos, todo. Luego pestañeé y el corazón se me aceleró de repente. Con una entrecortada respiración y con la boca a medio abrir, decidí acercarme. Lo hice lentamente, para no asustarlo. Me detuve a una distancia considerable. Podía observarlo a la perfección desde donde sea. Brillaba. Y él me seguía atento con su mirada.

Sus ojos oscuros estaban fijos en mí. La misma mirada, su mirada, pero con un brillo nuevo. El brillo de su pureza. Ese par de ojos que observan más que cualquiera. Y estaban fijos en mí. Sólo en mí. Una mirada profunda y penetrante me estudiaba; entre dulzura y ternura me acariciaba, y se entregaba altivo. Casi me agradecía, no sé por qué, si en realidad yo soy quien le debe un agradecimiento. O más de uno. Espero habérselo transmitido al mirarlo. Sí, estoy segura que lo interpretó. Sus ojos lo decían. Lo reflejaban. A esa intensa mirada la acompañaban sus labios cerrándose sobre un cigarrillo, nociva costumbre, tal vez inspiradora; pero vicio que nunca me gustó. Y sólo a él se lo he permitido... sólo en él no me ha generado la típica repulsión o decepción que me invade.

Sus labios tensos sosteniendo ese cigarrillo. Casi en una sonrisa, casi derrumbándose. En el punto perfecto de tensión y equilibrio. Su ceño levemente fruncido en ese gesto de seriedad e inteligencia. De sabiduría y soltura. De libertad. Y sus cabellos peinados, ondeados, sueltos. Su sensibilidad en cada pelo que se balancea al lado del otro, y más todavía en aquel que se sale de la fila y refleja el sol.

Siendo sincera, esta vez me quedé con ganas de oír su voz. Ese grave y seductor timbre recitando palabras traídas desde lo más hondo del sentimiento, de la literatura y de la emoción. Alguna vez supo susurrarme al oído mágicas históricas. Ya no lo hace y hoy no lo hizo. Algún día volveré a oírlo, cuando de nuevo nos encontremos, seguramente sin habernos buscado.

Por ahora me quedo con su rostro frente al mío. Porque sé que nadie sabe cómo nos hemos mirado. Nadie imagina lo que hemos sentido y dicho con esa mirada. Nadie conoce el brillo en sus ojos que yo conocí. Y sé que a nadie más va a mirar como a mí me ha mirado.

viernes, 8 de octubre de 2010

Conformista

Hoy puedo conformarme sólo con ver de reojo tu silueta a contraluz. Saber que sos vos, intuir que te escondés detrás de la piel que tanto he deseado. Puedo conformarme con una ínfima ráfaga de tu olor, de ese aroma tan tuyo que sólo puedo encontrar de a retazos en mi memoria, pero cada vez es más difícil recrear. Se escapa de mi mente, se escapa de mis manos. Te me escapás de todos lados.

Puedo conformarme con acariciarte sólo el dedo índice. Que de las enormes extensiones de suaves pieles que te cubren, sólo me prestes tan pocos centímetros donde sienta tu calor, donde vea tu color. Es que sólo necesito saber que seguís ahí. Que estás. Que existís. Te busco hasta el punto en que yo me pierdo. Y no sé detenerme. Y ya no sé cómo volver, ni dónde dejé mi ancla, o dónde el camino de migas de pan.

Me conformo con la cuarta parte de tu desordenado iris color avellana; que tal vez lo acompañe un par de pestañas para que me devuelvan algo de mí, para que me muestren que sigo ahí. Es que no puedo, no puedo verte y no acercarme. No puedo sentirte y no rozarte. No puedo no sentir las ganas de besarte, de estrecharte contra mi pecho. De hundirte entre mis brazos. No puedo matar lo que siento, ni puedo darle forma. Pero siento. Y siento tanto, que no te das una idea.

Hoy me conformo con mirar, sólo mirar desde lejos tu abdomen, o una pequeña parte de él. La que vos quieras. Prometo no acercarme.

También puedo conformarme con que sólo me dejes colocar mi mano sobre tu hombro, para así percibir cada movimiento y vibración de tus huesos. Aunque se muevan hacia el lado contrario en el que yo me encuentre. Aunque tu brazo esta vez no me busque.

Me conformo sólo con el perfil de tu nariz; por sólo un segundo, si es todo lo que tenés, o todo lo que merezco. Dame con el gustito de saciar esta necesidad con tanta intensidad.

Hoy puedo conformarme con lo que sea. Con lo que quieras darme o compartir. Con lo que a vos te sobre, que a mí tanta falta me hace. Lo que a vos no te guste, que a mí sé que me va a alcanzar. Con una pequeñísima gota de tu alma, un milímetro de tu cuerpo, un segundo de tu tiempo, o una pizca de tu (nuestra) existencia. Sólo eso.

jueves, 7 de octubre de 2010

Calma y deseo

Hoy me siento llena de fuerzas. El corazón se me acelera y la respiración se me entrecorta. Te siento cerca. ¿Vendrás?

Hoy me siento tranquila. Aun sin rumbo, las cosas se encaminan de a poco y se asientan. Puedo verte. ¿Volverás?

Hoy me siento satisfecha. El aire frío llega hasta mis pulmones y mi estómago. Puedo ser enorme como cuando con vos. ¿Estarás?

Hoy me siento feliz. Una palabra genera la más intensa sonrisa y un roce explota lágrimas. Puedo sentirte. ¿Existirás?