viernes, 29 de febrero de 2008

Desencuentro en un ascensor

Él permanecía de pie allí dentro. De repente el cubo espejado se detuvo, las puertas se abrieron rápidamente y ella ingresó al ascensor. Él miraba cómo los números de los pisos se iban encendiendo y apagando con una débil luz naranja a medida que descendían. Ella miraba fijamente un punto en el cartel que decía “en caso de emergencia”. Fueron minutos largos e incómodos para ambos. Ella era de su tipo. Él era como el hombre que ella siempre quiso a su lado. No lo notaron. No se animaron a cruzar ni una palabra y el ascensor llegó a destino. Ambos salieron del cubo que con los espejos los multiplicaba miles de veces y se mezclaron en la multitud, desperdiciando así una de las mejores oportunidades que la vida les había regalado.

jueves, 28 de febrero de 2008

Qué épocas

Ya no nos pertenece.

Y todavía no puedo creerlo.

Ni quiero aceptarlo.



Qué épocas!!


…y la melancolía anduvo asomándose por acá…

miércoles, 27 de febrero de 2008

miércoles, 20 de febrero de 2008

I want to be the catcher in the rye

And more than once in this last few days I've wished I could be the catcher in the rye...
Yes, I wanted to be all day in the cliff with my red hunting hat catching kids from falling into adulthood and all that comes with it. And maybe I wish someone had caught me.

«I’m standing on the edge of some crazy cliff. What I have to do, I have to catch everybody if they start to go over the cliff—I mean if they’re running and they don’t look where they’re going I have to come out from somewhere and catch them. That’s all I’d do all day. I’d just be the catcher in the rye and all.»

The Catcher in the Rye
J. D. Salinger

sábado, 16 de febrero de 2008

Video para mi papá

Están invitados a ver el video que le hice a mi papá para su cumple. Espero que les guste.

viernes, 15 de febrero de 2008

Future

While Rob Thomas sings in my ear that the hardest part is over* and Keith Urban that the best is yet to come**, I close my eyes, trust in them, hope, wish and wait for the future to come.

* Little Wonders – Rob Thomas
** Once in a Lifetime – Keith Urban

miércoles, 13 de febrero de 2008

Me siento débil

Estoy acostada en esta cama que no es mía, envuelta en sábanas blancas, pálidas, tan llenas de nada más que mi cuerpo moribundo. Me siento débil, incapaz de seguir en este mundo, quizás no me lo merezco, esto ya no es para mí. Siento voces conocidas que hablan alrededor mío pero no logro distinguir de quiénes son. Mencionan mi nombre, pero siento que ese nombre ya no me pertenece. Sé que me están mirando, lo siento perfectamente. Intento abrir un ojo, pero mi párpado está muy pesado y no puedo. ¿Quiénes son los que me rodean? Quisiera saber, pero mi debilidad me quita las ganas y la curiosidad. Alguien toca mi mano. No sé si fue de casualidad, si fue un golpe… pero tampoco lo siento como las caricias que solía hacerme Mauricio. Besan mi mejilla, pero no logro reconocer la boca de Mauricio en el beso. Ni la de Nicolás, ni la de María, ni la de nadie más. Siguen murmurando, me dicen cosas al oído, pero no las entiendo y casi no las escucho. Tengo esposo, dos hijos, madre, amigos, y no quiero abandonarlos, pero siento que tampoco puedo volver a casa. Soy débil, soy un cuerpo inerte sobre una cama hospitalaria.

Esa máquina hace que entre en mis pulmones aire puro, como nunca lo había respirado, pero siento que igual está envenenado, que algo malo introduce en mí. Intento mover un dedo para asegurarme que estoy viva, y nada sucede. Siento que colocaron una dosis de vida en el suero que me mantiene desde hace cuatro días, pero no puedo tomarla, no llega completamente a mi ser. Quiero decirles cuánto los amo, pero no tengo fuerzas. No quiero abandonarlos, pero me siento cada vez más lejos. Me siento nada, me siento inmóvil, me siento un puñado de células sin vida, me siento lejos del mundo que conozco, cerca de otro universo. Me siento débil y sé que por más que quiera, ya nunca más podré besar a Mauricio, ni llevar a Nicolás y a María al colegio, ni cocinar una torta, ni escribir una carta, ni leer a Cortázar, ni caminar por el parque, ni arreglar mis canteros, ni escuchar el último disco de Luis Miguel. Me siento muy débil para seguir, muy lejos para volver, muy enferma para vivir.

martes, 12 de febrero de 2008

Excusas

¿Por qué tus excusas son siempre tan buenas?
¿Por qué siempre mejores que las que yo podría inventar?
¿Por qué siempre te las creo?

domingo, 10 de febrero de 2008

Una noche de insomnio, incomprensión, lluvia y depresión

Ya deprimida y la lluvia empezaba a caer sólo para acarrearla a niveles críticos donde se extraña a otra persona. Extrañaba su voz, su caricia, su presencia; extrañaba la esperanza. Débil se recostó entre sus sábanas pensando sólo en una persona ahí… allá… cerca… lejos. Lejos. Eso era todo. “Te quiero, pero te odio”. Estaban tan cerca, pero de repente todo se alejó. Ella se sintió rechazada. Y a medida que pasaban los minutos y la lluvia aumentaba en cantidad y potencia, ella cada vez con menos sueño y más ganas de tenerlo cerca. Pero cada minuto lo alejaba más. Cada palabra la hundía más en su cama. El colchón la absorbía de a poco, la hacía pequeña, la doblaba en dos, en cuatro, en ocho; la llevaba con los retazos mullidos hasta lo más bajo. La metía entre las sombras de las sábanas, la ahogaba, le quitaba la respiración. Y ella cada vez entendía menos a aquel ser que le carcomía la cabeza, que se hacía lugar, se estiraba, se amoldaba y ocupaba cada pequeño rincón de su cabeza, de su mente, de su espíritu, de su cuerpo. La hacía sentirse tan impotente el no comprender sus palabras, sus gestos, sus expresiones, sus intenciones. Los minutos se acercaban, le sacaban las fuerzas y se las daban a la cruel lluvia que justo en ese momento fue a llenarla de melancolía y depresión. Justo cuando pensaba que ya estaba lo suficientemente triste. Cada minuto lo entendía menos, se sentía más impotente, se sentía menos. Era así de chiquita. Cada vez más chiquita y más ahogada entre sábanas solitarias y monstruosas. Cada vez más abajo, cada vez más lejos de él. Lo soñaba despierta. Quería mirarlo, hablarle, escuchar su voz, y por fin tener una charla que le permita entenderlo. Pero sólo faltaba tiempo. Tenía que esperar, seguir inmersa en la depresión, entre sábanas que la comían, la tragaban, la devoraban, la deglutían, la partían en mil pedacitos, la doblaban en mil fracciones. Sólo tenía que esperar escuchando la lluvia caer, cada gota perforándole los oídos y agujereándole el alma. Y esperar unas horas más hasta poder lograr alejarlo aunque sea unos milímetros de sus pensamientos para recién poder recibir al sueño, que tímidamente decidió apoderarse de ella. Y una vez que lo hizo, la sumergió en un mundo de anestesia. En un mundo en el que él no tuvo participación – al menos hasta lo que ella podía recordar.
- Texto & foto by Valentine (ValeBe) -

viernes, 8 de febrero de 2008

Confesiones de un alma que sintió la muerte

Cuando mi cuerpo ya no sea mío y comience a formar parte de la tierra, del suelo. Cuando mi voz ya no sea escuchada por nadie, mi risa ocasionada por nada y mis manos acariciadas por las de nadie. Cuando mi corazón no lata ni por vos, ni por él, ni por nadie ni nada, no quiero morir del todo, ni tan sola. Recordáme, habláme. Te voy a estar escuchando y desde lo más profundo de tu conciencia te voy a estar transmitiendo lo que pienso. Aunque te duela sentarte al lado de lo que antes hubiese sido yo, hacélo, imagináme a tu lado y contáme las últimas noticias, los chismes, lo que te pasa, lo que sentís. Pronunciá mi nombre despacito en tu cabeza y voy a estar con vos, mirándote, escuchándote, contemplándote y todavía amándote. No me vas a extrañar porque vas a saber que estoy con vos. No te voy a extrañar porque voy a saber que todavía te acordás de mí. No me voy a aburrir en la eterna infinidad porque todavía voy a vivir en vos. Voy a ser feliz cada vez que me recuerdes. Voy a tener qué hacer con todo el tiempo que se me va a dar. Voy a sentirme recordada, extrañada y todavía amada. Cuando mi alma abandone este mundo quiero que me llames, me sientes a tu lado y me hables. Sólo así estaré todavía al tanto, seré feliz, estarás acompañado. Nos seguiremos queriendo como siempre.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Mis mejores fotos de Punta del Este enero 2008




La playa, un mundo de diferencias

Es donde todo se junta. Donde la gente se “destapa”. Gordos, flacos, gomudas, chatas, culonas, surfers, bailarinas, negras, blancas, bronceados, pecosos, pelo largo, corto, rastas, rubias, morochos, ojos claros, oscuros, gimnasio, vagancia, panza porronera, piercing en el pupo, en la ceja, en el labio, tatuajes, escritores, artistas, abogados, contadores, arquitectos, padres, hijos, amantes, cornudos, fieles, padrastros, zungas, colaless, felices, deprimidos, con celilitis, uñas largas, recién depiladas, con aceite, protector solar, extrañando, escapando, amando, observando, durmiendo … uff… se ven tantas cosas en la playa! Es el lugar donde todos nos juntamos con el mismo propósito: veranear. Pero a partir de ahí, con miles de diferencias unos de otros. Es donde todos no paseamos con muy poca ropa encima y no nos importa porque todos estamos iguales, porque todos tenemos defectos, porque en otro lado no andaríamos así. A muchos sigue dándonos un poco de vergüenza y no nos sacamos el short muy seguido… pero tampoco podés ser el único tomando sol con la remera de los Rolling Stones puesta. Es donde todos nos encontramos con nuestros cuerpos al aire, bajo el sol y la brisa del mar. Todos (o casi todos) estamos con marcas de un protector mal puesto o un traje de baño marcado en nuestra piel ardida. Todos tenemos arena pegada en las piernas de cuando nos sentamos sin poner una lona debajo, todos tenemos calor bajo el sol y el pelo revuelto por culpa del viento, todos tenemos gusto a sal en la boca cuando salimos del mar, todos nos creemos en buen estado hasta que pasa alguien a quien empezamos a buscarle un defecto porque no puede ser tan perfecto. Y todos nos encontramos nuestros defectos. En la playa. Donde te encontrás con todo tipo de ser, de cuerpo, de descaro, de timidez, de colores, de locos, de cuerdos… uff… donde te podés encontrar con tanto!!

Escrito allá, en Punta… hace una semana más o menos.
Foto, precisamente, de Punta :)

martes, 5 de febrero de 2008

Coca-Cola

mi perdición

mi adicción

mi paraíso

Fin de la encuesta

¿Qué preferís, un día sin
computadora?
3 votos (13%)
celular? 3 votos (13%)
música? 2 votos (8%)
televisión? 15 votos (65%)

Yo voté por televisión… y me pareció que era la que podía ganar… Pero nunca pensé que con tantos votos! Al menos cuando escuché a mi hermano decir: “¿cómo puede haber alguien que vote por televisión?”. Ahí dije: “Existen locos que no pueden vivir sin la tele”.

En fin. Esos fueron los resultados.
Muchas gracias a todos los que votaron!!

ValeBe en Punta del Este


sábado, 2 de febrero de 2008

De nuevo en casa / Cosas que se extrañan

Volví. Acá estoy. De nuevo en mi silla, frente a mi monitor, tecleando mi teclado y renegando nuevamente con la conexión. Así es. Volver tiene su lado positivo… y también el negativo.

Estuve pensando un poco en esto de “extrañar”. Da para que escriba mucho, lo sé. Extrañamos personas, cosas, actividades, rutinas, palabras, gestos, juegos, voces, olores… uff cuántas cosas! Todo es “extrañable”. Todo puede extrañarse. Por eso digo… puedo meterme en cualquiera de las pocas cosas “extrañables” que mencioné y delirar por un buen rato… pero no los voy a aburrir.

Descubrí que cuando uno se aleja de su hogar extraña muchas cosas. No, en realidad no es eso lo que descubrí. A eso ya lo sabía, y sé que ustedes también lo saben. Clasifiqué; creo que esa palabra sería mejor. Sí, clasifiqué a las cosas que extrañamos en dos categorías: las que nos damos cuenta que las necesitamos mientras estamos lejos de ellas, y las que no nos damos cuenta cuan necesarias son hasta que las volvemos a ver/sentir/oler/tocar o la acción que fuere adecuada.

En mi estadía en la costa uruguaya extrañé muchas cosas, gente, y todo lo que puede ser “extrañable”. Obviamente unas cosas más que otras, y clasifiqué algunas en estas dos categorías que presenté anteriormente.

Entre las cosas que me di cuenta de lo mucho que las necesitaba estando lejos de ellas, están, por ejemplo, mi almohada. Nunca tuve una almohada mejor que la mía propia. ¿No sienten lo mismo? Yo creo que es así. Me pasa en cada lugar que voy, en cada cama que duermo. Aunque me den una almohada de plumas y muy cara, no la quiero! Quiero la almohada grande y dura que es en la única que no me duele el cuello después. Otra cosa que me di cuenta que extrañaba estando allá era una cortina de baño que no se me pegara al cuerpo mientras me estaba bañando. Por ende, extrañaba una bañera de un tamaño normal. Extrañaba mi CD de Mika. No me alcanzaba con mis 4 canciones favoritas que subí al iPod. Porque tengo sólo mis favoritas de cada CD y ya lo tengo completísimo… así que imposible meter ningún CD entero. Extrañaba todos los otros temas. Siempre ponían Grace Kelly o Love Today en todos lados, y me daban más ganas de escuchar el CD! Otra cosa que extrañaba era mi placard, donde no tengo toda la ropa doblada y amontonada en 2 estantes. Extrañaba las perchas, mis perchas, de plástico, no de madera que les dejan astillitas a las 2 remeras que pude colgar, porque no había más perchas.

Y a la segunda categoría la descubrí cuando volví a mi casa. Me di cuenta que había cosas que extrañaba sin darme cuenta y que me resultó muy placentero volver a interactuar con ellas. Una de esas cosas, y la primera que sentí hoy al llegar, fue el olor a mi casa. Olor a familia, a hogar, a mi lugar por fin, a casa propia, no a departamentos que cambian de habitantes cada 15 días. Extrañaba una habitación de un tamaño normal, no todo tan pequeño. Extrañaba una cocina donde entran más de 3 personas (y no se rozan para estar las 3 adentro al mismo tiempo!). Extrañaba mis dibujitos sonrientes desde cada rincón de mi cuarto, el cartelito colorido que me dio la bienvenida con su (mi) “Knock knock knocking on Vale’s door”. Automáticamente al entrar a mi cuarto prendí el equipo de música. Sonaba tan distinto al de la camioneta, al de mis auriculares… ese era de nuevo mi equipo. Era la música de mi cuarto. Entré a mi baño y me di cuenta que extrañaba el débil clic de las teclas de luz al encenderlas, y que hacía 20 días que no me veía desde la cabeza hasta los pies en un espejo. Y me sentí rara al agarrar de nuevo un mouse. No sé si se puede decir que “lo extrañaba”, pero después de 20 días del Mouse de la laptop, era raro… me sentía esos nenes que agarran un mouse por primera vez y lo mueven despacito para embocarle al icono. Obvio que después de un minuto ya le di el uso normal. Jeje.

Bueno. Eso.

Además extrañé más cosas. A varias personitas… A varias todavía las extraño… Ya las veré en estos días :)


Terminó siendo un buen viaje. Conocí gente nueva, gente copada. Y a pesar de no querer ir a Punta del Este, de esperar unas vacaciones muy aburridas, fueron buenísimas! No hubo planes divertidos como en Pinamar, pero todo depende de la gente con la que estás. Luli, Pato, Igna, Matu (como a mí me gusta decirte :P) gracias!!! Germán, mmm… bueno, también gracias. Aunque fuiste un amargado y malhumorado para todos los planes. Jeje.

Nada más.

Saludos gente.




Y welcome back a mí misma! :D

Extrañando

Y de a poco empiezo a extrañar. La lejanía no me gusta. El desarraigo sería totalmente insoportable. Quiero mi cama, mi cuarto, mi baño, mi almohada, mi mesa, mi silla… Hacer lo que hago allá, lo que normalmente hago. Volver a la rutina quizás. Bendita rutina, que nos salva de tantas cosas… Extraño objetos, actividades, gestos, gente. No me alcanza con palabras a través de emails con ciertas personas. Quiero un intercambio de miradas que sea real, un abrazo, escuchar las voces de las personas que siento tan lejos. Quizás estando cerca tampoco los vea, pero los siento cerca. Estar lejos me hace sentir aún más alejada de esas personas que quiero. Por que estando a tantos kilómetros no puedo tocarle la puerta, no puedo oler aquel perfume, sentir aquel timbre de voz, ni mirar esos ojos.
28/01/08