lunes, 5 de mayo de 2008

Silueta, cuerpo y espejo

Pararme frente a esa superficie tan prolijamente limpiada, brazos inertes al costado de un cuerpo, con una suave y lenta inhalación de aire elevo mi rostro y me veo ahí, parada, con esa cara, con esta cara. Yo. ¿Yo? Mi cuerpo. ¿Realmente el mío? Me miro al espejo y no me reconozco. Por más que lo intente. Por más esfuerzo que haga no lo logro. Y es el espejo quién hace los movimientos. Esa silueta tan viva porque no soy yo, pero con ese aire de tanta muerte porque se me parece. Es ese extraño ser quien hace los movimientos, quien levanta un brazo inerte, quien mira con ojos entrecerrados a una figura real en tres dimensiones. Es esa imagen la que vive, la que hace los movimientos y soy yo quien los imita.

No tiene nada de autobiográfico. Aclaro para que no surja la pregunta :)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los textos que uno escribe siempre tienen algo de uno. O el miedo, o la esperanza, o el sueño, o lo amado, o lo odiado, o lo que sea. Se me hace, ¿no?