martes, 13 de mayo de 2008

Abuelos son mis abuelos

Desde que tengo memoria mis abuelas siempre fueron abuelas, lo que implica que siempre fueron arrugadas, las más grandes de toda la familia, nunca las vi manejar un auto, una moto, ni mucho menos una bicicleta, nunca las vi correr por el pasto, ni esconderse conmigo… sólo se reían y observaban cómo yo jugaba a las escondidas con mis primos. Mis abuelas siempre llamaron a casa con problemas, para contar cosas que casi no eran importantes (pero para ellas lo eran todo), o para preguntar cómo estábamos y qué estábamos haciendo. Siempre hicieron relaciones de familia entre gente que no tienen absolutamente nada que ver. Siempre tuve que escucharlas por más que no me interese lo que me estaban contando, y nunca las contradecí en nada. Ellas eran a las que debíamos prestarles más atención, las que debían tener cuidado por donde caminaban, mirar bien los pozos, los escalones… y nunca me alzaron desde el piso. Sólo me tuvieron en su falda cuando estaban sentadas y yo me subía en sus piernas. Pero después de un rato se quejaban de dolores que yo no entendía. Mis abuelas siempre fueron abuelas, desde que yo tengo memoria.

Mis abuelos nunca llegaron a tener mucha participación en mi vida. No los recuerdo, aunque uno de ellos sí me conoció. Los recuerdo en fotos, flacos, enfermos, viejitos, arrugados. Escuché tantas veces decir que tenían esta enfermedad y les pasaba lo otro cuando hacían tal cosa… para mí mis abuelos, no tuvieron la vitalidad suficiente en el final de sus vidas como para esperar a que yo los registre hoy. Sólo conozco un par de poses y de perfiles de cada uno de tal o cual fotografía en blanco y negro.

Y así cómo mis abuelas siempre fueron abuelas y mis abuelos nunca llegaron a tener participación como abuelos, pero también lo fueron, intenté muchas veces imaginármelos en sus años de juventud. Daría lo que sea por tener otra imagen de ellos. Por sentirles la voz que tenían de jóvenes, por verlos correr en el pasto, por verlos subidos en una bicicleta, trotando en un caballo, manejando un auto moderno, saltando, gritando, diciendo malas palabras. A mis abuelos musculosos, flacos, chamullado cada uno a una de mis abuelas, bailando. Mis abuelas con pantalón y remera musculosa, en bikini, saliendo a la noche muy arregladas y preocupadas por la ropa que llevaban puesta.

Daría lo que sea por ver a mis abuelos jóvenes, sanos y activos; por ver otra imagen, por ver lo que fueron, no sólo el recuerdo que tengo.

Aunque ser “abuelo” implica lo que conozco de ellos y así también me gustan :)

3 comentarios:

Esther dijo...

Sí, estaría divertido y sería interesante.

Yo a los míos, no los conocí. Uno se murió antes de que yo naciera y otros dos, se murieron cuando era muy pequeña. Luego, me quedó sólo una abuela que se murió cuando yo era adolescente, de ésta sí que me acuerdo más pero, de los otros,absolutamente de nada.

La verdad es que es bonito y valioso cuando los tienes,a tu lado, conviviendo en tu mundo.

Un saludito.

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Yo tampoco conocí a mis abuelos, a las abuelas sí, y una de ellas está en el asilo y la otra no se lleva bien conmigo.

Un saludo

... dijo...

Hola Valentina!
Me ha gustado este recuento lleno de ternura, creo que te salió de golpe porque se ve que en ese lenguaje sencillo está el verdadero sentimiento.
Yo no me imagino lo que hubiera sido mi abuela con musculosa y jeans! jaja.
Un abrazo.
(Me gusta la tira de imágenes que pusiste debajo, la de tu niñez)