viernes, 25 de diciembre de 2009

Momentos

No quiero hacer el típico balance del año que, inevitablemente, todos procesamos de alguna forma a esta altura. Esta vez quiero cerrarlo con fotografías de los mejores momentos de este año, esas que más representan lo que viví, lo que aprendí, lo que crecí. Gente, mucha gente en ellas. Después de todo, lo que importa son las personas. ¿Quién sino ellos, nos enseñaría todo lo que aprendemos? ¿Con quiénes compartiríamos los momentos sino? Estas son las personitas que estuvieron presentes en mi 2009, faltando algunos de los que no pude tener fotos. De todas formas, estos fueron ellos, y aquellos momentos que sobresalieron en un año lleno de vaivenes, caídas, levantadas, enojos, sonrisas, encierros, naturaleza, gestos, música y cortes de pelo.

Empiezo con mi familia en Buenos Aires.

Sigo con él, mi primer gran amor, el primer hombre por el que lloré.

Mis primos, esos seres tan como yo.

Más primos, y esa abuela tan llena de nietos.

Mi tía Lilí, sus charlas, su arte, sus libros.

Esa otra familia de la que también soy parte.
(“¡Te quiero yo, y tú a mí, somos una familia feliz!”)

Somos lo que la situación amerite.

Damos besos (en el cerro).

Modelamos (en el día del amigo).

Y nos divertimos, siempre nos divertimos.

Cuando estaba sumergida en la pura nada, hubo dos lugares en los que encontré
algunos pedacitos de mi vida que habían quedado en el camino.
En ellos encontré paz y podía quedarme a vivir:
El Ateneo Grand Splendid (arriba) y Hard Rock Café (abajo).

Conocí a las Martitas, esos seres tan increíbles que supieron hacerme sentir cómoda
desde el primer momento que nos vimos. Que me cantaron, que me escucharon,
que me acompañaron, que me sacaron miles de sonrisas y hasta alguna lágrima,
que me enseñaron, me sostuvieron y me hicieron reír a carcajadas.
Con ellas cara de oferta (arriba), con ellas fiesta (abajo).

Dos grandes acontecimientos aterrizaron en Tucumán y marcaron mi vida.
Llegó el cine en 3D.

Y llegó mi mexicano preferido, mi gran amigo Joaku.

Tuve la inmensa felicidad de poder escuchar en vivo por primera vez a mis
tres voces argentinas favoritas. Después de tanto esperarlas, en tres semanas
las escuché a las tres: Silvina Garré hizo saltar lágrimas y erizó mi piel con
su voz tan alta entre los astros.

Sandra Mihanovich me sonrió en su sencillez y aun en
ese mundo distinto que existe bajo el asfalto.

Celeste Carballo trajo sus tangos y me dejó con un poco de sed de sus clásicos
que yo cantaba y bailaba de chica, mientras mi mamá la escuchaba.

También conocí nuevas voces, y con ellas grandes personas.

En la facultad tengo a mis hombres.

Y también tengo al más molesto, pero más bueno de todos.

La mocha, ella que se enoja cuando juego con sus rulitos.

La rubia que escucha, que putea, que se hamaca, que reniega,
que hace piercings, que abraza.

La señora naturaleza, la de la bici, la del tenis, la del cerro, la de la sonrisa gigante,
los panqueques, los libros y todos los abrás.

Después de un año jugando al sofbtol, jugamos en las canchas de Santiago del Estero.

En las canchas de Paraná.

Tuvimos un campeonato en categoría cadetes, y el tricampeonato en primera.
("¡La Unsta mueve, mueve!")

Tuve mi bautismo como jugadora.

Nos vestimos de civil.

Y hasta nos vestimos de gala.

He saltado alto, a favor y a contraluz.

He volado alto, muy alto. Y hasta he cumplido un sueño.

Oso, te fuiste, pero te tengo aquí, muy presente, junto con todo lo que de vos aprendí.

Gracias a todos y cada uno de ustedes por ser parte de este 2009.

2 comentarios:

Ale dijo...

Que lindas fotos Vale!! se te nota en todas muy feliz, y rescatar ESO de todo lo que te pudo haber pasado en el año es genial, porque significa que tenés presente que aunque las cosas puedan salir mal, también está su contracara.

A ver cuándo volvés a Buenos Aires y nos pasás a visitar a cada uno! :)

Besos!

valeria dijo...

Es que en definitiva...lo más lindo que tiene esta vida son las relaciones afectivas que podemos construir con las personas que nos rodean.