martes, 2 de junio de 2009

¿Eternidad? ¿Trascendencia? ¿Infinidad?

“Cuando considero la pequeña duración de mi vida, absorbida en la eternidad precedente y en la eternidad siguiente, el pequeño espacio que yo lleno, y aún que yo veo, abismado en la infinita inmensidad de los espacios que yo ignoro y que me ignoran, me espanto y me asombro de verme aquí más bien que allí. […] ¡Cuántos reinos nos ignoran! El silencio eternal de estos espacios infinitos me aterra.”
Blaise Pascal
Pensamientos
S. XVII
Leído en el contexto que yo estaba cuando lo leí sonaba mucho más aterrador y terrible. Aún lo es. Pero la segunda lectura nunca es la misma. Y aún así pienso que se puede trascender.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

este muchacho....aumentó mi pánico.

I Me Mine dijo...

Muy lindo tu blog,
me colgué leyendote un rato...

te dejo un saludo!

El Rey De Los Hotros dijo...

Y para sentirme enorme me pongo a pensar en las grandes cosas que pude haber hecho, en lo mucho que cuesta tener una espectativa de vida de más o menos 80 años, que será poco para la eternidad. Pero como para mí la eternidad es extremadamente inutil (ya que voy a vivir y depender de ella en solo puntos minúsculos)solo me quedo con los restos del siglo XX y la primera partecita del siglo XXI para cansarme de hacer lo que se me canta. sOY GIGANTE, Y QUIERO QUE LA GENTE VEA QUE NO SOY EL ÚNICO SER GIGANTE QUE HAY EN ESTE UNIVERSO (O LO QUE CONOCEMOS DE ÉL)

oveja y negra dijo...

Lindo post.Cuando era chica vivia con dudas existenciales, ahora de vez en cuando también surgen.Besos.

Anónimo dijo...

creo que la forma de parar el tiempo es: no hacer nada, esto es bastante dificil, y tambien si se vive cada momento con intensidad logra el tiempo detenerse, ambas cosas son dificiles, pero indispensables, en caso contrario te pasa la vida en un chim pum (instante)

Anónimo dijo...

Es imposible negar que la palabra infinito terminara cualquier discusión dimensional, pero tal vez podamos abrir con la palabra efímero, las puertas del pensamiento y la reflexión; buscar un tiempo que medir para ayudarnos en el duelo del pasado, ponerle un límite al recuerdo más allá de la trascendencia de nuestros actos.