miércoles, 15 de julio de 2009

Vientos feroces

Un fuerte viento se elevaba fuera de mi guarida. Se desplazaba despacio, cruzaba praderas, tomaba fuerza y chocaba contra mis paredes. Se arremolinaba. Aturdía. Un sonido ensordecedor, atemorizante, invadía mi mundo. Las paredes podían caer, el techo podía volar.

Cerraba mis ojos y apretaba mis puños hasta que las uñas se me clavaban en la palma de las manos. Sangraba. Mantenía mi ceño fruncido mientras hacía fuerza para mantenerme viva y estable en ese mar de vientos feroces. No se detenía. Los árboles se golpeaban violentamente y el verde era borroso, difuso entre la tierra que se alzaba al aire y la niebla de mis ojos.

Temerosa, débil y pequeña me enroscaba en mi propio cuerpo y deseaba ser uno de esos insectos que pueden convertirse en una pelotita. Dichosos. Dejarme llevar, rodar hasta donde el viento quiera llevarme. Dejarme volar, y caer de la altura que sea y chocar con todas las fuerzas de la naturaleza. Irme, alejarme, destruirme.

Si ya no tenía más sentido seguir luchando contra el dolor de cabeza, contra tanto pesar. ¿Para qué seguir aguantando? Pelear contra mis propios males para no llegar a nada, para seguir siendo la misma fragilidad de siempre. Volarme junto con mis paredes, con mi techo, con mi suelo. Volar y nunca más aterrizar. Salir despedida sola, no volar de tu mano.

En algún sitio una represa rebalsó. Por más empeño que le ponía y con toda la fuerza que presionaba mis rodillas contra mi pecho, no lograban atravesarme, no lograba hacerme aún más pequeña, ni podía despedazar mi corazón con mis uñas, ni aplastar mi cerebro con la planta de mi pie.

Los vientos siguieron azotando mi guarida y empecé a agradecerle a algún ser, que todavía no logro reconocer, por estar ahí dentro. Recordé que fui yo quien eligió el terreno, colocó el suelo, elevó las paredes y decidió cubrirse con ese techo. Fui yo quien decidió protegerse sola y crear un lugar seguro ante posible tempestades.

Entonces abrí mis ojos, relajé los puños y recorrí mi guarida. Y la reconocí. Y la revaloricé. Y la disfruté. Y me alegré de tenerla y poder estar en ella.

5 comentarios:

GALO PIERROT dijo...

COMO ESE LUGAR QUE ES SOLO NUESTRO... ME ENCANTO VALE!!! BESOS!!!

oveja y negra dijo...

¡Cuanta angustia Vale! Me sentí identificada con el texto. Espero que el refugio sea para resguardarte y preservarte y no para acorazarte. Besos.

Solano Palacio dijo...

thumbs up :D... hace rato que no escribias algo de este nivel, a mi gusto al menos...

Unknown dijo...

sigo con ideas encontradas vio?
(parte de la dualidad que me caracteriza y que bien podría hacerme un personaje de H.Hesse)
pero! me gustó lo que leí... ya haré una lectura más kasdhasdh del resto, que lo vale.

y ahora, cosas a remarcar jaja, que me dieron gracia mientras leía:
*amante de la lectura, te imaginé devorando libros jaja. antes yo hacía eso, cuando el cerebro y la capacidad intelectual me funcionaban mejor (y me ganaba retos de mi madre(otra amante de la lectura) por la velocidad... pero bueno, no podía evitarlo, cuando algo atrapa...)
*adicta a la música, pero qué buena onda!! jaja, después decile a Juli qe te comente mi colección pirata jaja
*guitarreo, qué bueno ver que no soy la única que inventa verbos(?)
*"No me gusta que muchos ojos me miren, ni hablar en público", debe ser que compartimos eso porque nuestras cámaras son primas

y etc etc que sino se hace extensa y densa la cosa.-

salud!

Val dijo...

Gracias Solano! Es bueno leer un comentario así porque no venía con muchas ganas de escribir o publicar... Me alegro que te vuelva a gustar :)

Nadsat, creo que es todo porque nuestras cámaras son primas. Es la razón de todo lo que te dio gracia en lo que leíste jeje. Gracias también.