lunes, 19 de enero de 2009

Para

No suelo dedicar una entrada de mi blog a alguien tan directamente. Sólo dediqué un par de cuentos, y tampoco públicamente. Pero hoy tengo ganas de hacerlo. Quizás porque también estás en una lista selecta. Pero sobre todo porque siento que muy seguido me pegas con un bate en la cabeza y me decís “dejá de agrandarte, porque todavía tenés muchísimo, demasiado, que aprender”. Y a veces no me animo a decirte que acepto el próximo batazo. Pero lo hago, porque en cierto modo lo quiero, lo necesito. Y con cada golpe aprendo. Aprendo de vos, de mí, de la vida, de mi vida, y de este arte en el que autodidactamente trato de ser cada vez un poquito mejor. Este arte en el que sos un experto, o así te considero. Gracias por los golpes, me están haciendo dar cuenta de muchas cosas, con ellos crezco, con ellos cambio.

2 comentarios:

Rolando Escaró dijo...

pues si que hay golpes que enseñan. pero también hay otros que sólo nos hacen perder las perspectivas

Anónimo dijo...

Sólo si no tenías perspectivas. No es este el caso, y acaso no hayan golpes sino los que uno sólo se da cuando pierde el equilibrio durante medio minuto. Uno a veces es demasiado estricto consigo mismo, es un ejercicio que simula disciplina o buena conducta; no es este el caso. Y al final de cuentas, ojalá estos fragmentos sigan con la perspectiva a los golpes (si tanta falta parece que hacen): "para mirar es necesario querer mirar, y mirar lo que uno quiere".