lunes, 9 de enero de 2012

Viento, por fin

[Escrito hace unas semanas, en una de las crestas de la onda.]

Este es el viento que me faltaba, el que esperaba sin saber muy bien cuándo o en qué forma llegaría. Este es el caos que iba a suceder, que tenía que ser. Es la brisa que me habita, esta vez llena de fuerza y tan grande como la valentía. Es la decisión tomada en forma de remolinos que me sacuden a toda velocidad y se van… lejos, donde yo no estoy, lejos, donde ya no estamos. Es el golpe en la cara, los árboles despeinados, el edificio que se sacude y mis ojos que tanto me cuesta abrir. Es la tierra en el aire, el sonido agudo que se filtra por las uniones de las puertas. El viento que tenía que llegar. El caos que vendría a destrozarme. El aturdimiento que me iba a desgarrar. El sacudón que me tenía que sangrar. La mano que me volvería a poner de pie. Así, tal cual. Para volver a ser brisa. Para volver a empezar.

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