En la vida se aprende. Uno se hace viejo, es cierto, pero se aprende. Y eso es lo que vale. En este tiempo aprendí que todo tiene una solución, excepto la muerte. Existe una forma de solucionar todo aunque en un principio no lo veamos factible, no veamos que realmente esa sea la solución. A la larga nos damos cuenta que sí la fue y agradecemos por ello. Para todo encontramos una salida, una forma de seguir adelante. A veces no podemos evadir los obstáculos que se interponen en nuestro camino, pero siempre encontramos la forma de correrlos del mismo, de saber atravesarlos, de sobrellevarlos. Todo tiene una alternativa, todo tiene una solución. Los obstáculos que se nos presentan a veces no pueden ser evitados, pero siempre podemos con ellos. Dios nos los pone en nuestro camino para que los venzamos, para que aprendamos. Con cada dificultad que se nos presenta crecemos y aprendemos. Dios no coloca obstáculos imposibles de vencer.
Y mientras crecemos aprendemos que todo sucede por alguna razón. Que las cosas se van dando a medida que crecemos, que aprendemos, que entendemos la vida.
En la vida siempre hay algo para cambiar, algo para aprender, para mejorar. Y debemos encontrar cuál es ese algo, y cambiarlo, aprenderlo, mejorarlo. Ser útil al mundo, a la sociedad, a las generaciones que nos siguen. Sentirnos útiles. Multiplicar nuestros talentos – antes identificarlos y sentirnos orgullosos por ellos. Si nuestra existencia no sirve de nada ni para el mundo, ni para nadie que nos rodea, la vida no tuvo sentido. Seremos fácilmente olvidados y borrados. Aprovechar lo que sabemos, lo que nos gusta, lo que nos hace sentir que nacimos para realizarlo y llevarlo a cabo. Progresar. Crecer. Amar. Soñar. Vivir. Ser feliz con lo que se tiene. Sonreír.
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