Es por eso que decidí llamar a estos 3 meses un período de ser “nada”. Porque siento que es así. No tengo preocupaciones. Ya no hay más de aquello… y esto que viene todavía no me preocupa porque no lo conozco y lo tengo que aprender… es raro… es difícil explicarlo, como todo, tiene más sentido si se queda en mi cabeza y no tiene la necesidad de salir.
Tengo un tipo de boceto en mi mente sobre lo que es esta etapa… algo así como una graficación (¿está bien dicho?) de lo que siento… Pero tampoco lo voy a explicar. Está adentro, lo intenté sacar afuera, dibujar, pero no funcionó como quería, así que sigue acá adentro…
Como si muchas mareas se hubieran calmado de repente y están esperando a lo que sigue… que es desconocido, pero saben de qué se trata. La gente habla de “la calma que antecede al huracán”… será tan así? En fin… quién sabe.
Lo único que sé es que estoy en una “nada”. Que soy “nada” y me siento bien en esta nada. No es la “nada” de Hemingway… es una nada que yo inventé. Es un estado al que yo decidí llamarle “nada”. Y me siento bien… porque a pesar de ya no ser lo que queda atrás (ya que era inevitable), tampoco tengo apuro por empezar a ser lo que sigue. Siento que una vez que empiezo ya no termino y empieza así una etapa de vida diferente… me voy acercando a un estado de adultez al que quizás nunca hubiese querido llegar. Pero el tiempo es así. Pasa, nos empuja, nos lleva con él. Me intriga conocer lo nuevo, ver gente nueva, tener materias que me gusten… pero a la vez no siento apuro… Sé que sí o sí va a llegar, y no quiero apurar al tiempo.
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