A veces pierdo la noción del tiempo y otras me doy cuenta
que éste se detiene y no quiere avanzar. Cada segundo duele como una espada en
el medio del pecho, mientras yo sigo arrancando las cascaritas de la pared ahora
tan desprolija. El tiempo ya no se escapa por un hueco, y tampoco lo absorben las
paredes calurosas. Ya no juega a esconderse, ni jugamos a adivinarlo.
El tiempo que tantas cosas puede, es el mismo tiempo que
todo lo destruye y hoy me inquieta, me incomoda y me aturde.
1 comentario:
A veces la vida nos parece un médano encerrado entre cristales donde la arena cae vertiginosamente. Pero existen momentos, los mágicos, donde se mezclan el día y la noche, y todo indicio del tiempo desaparece.
Todavía nadie ha diseñado absurdos relojes pulsera que quepan en un ala; quienes realmente sueltan amarras y saben volar no llevan prisa, pero tampoco se demoran esperando.
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