Estos días los sueños se me desordenaron.
Curioso, justo mi vida se estaba ordenando
y yo ya tenía lo que quería en mi bolsillo.
La gente y sus historias hicieron ebullición,
se me aparecieron a deshoras
y hasta me desordenaron la estantería.
Soñé con gaviotas y aviones en el aire,
con abrazos sin miedo y pistas de patinaje.
Soñé que nunca más volvería a amar,
que mi hombrecito lloraba en mis brazos,
que mi abuelita se despedía sonriendo.
Soñé con sus manos, con mis zapatillas,
con un gato azul entre muchos amarillos.
Soñé que nadaba a mar abierto,
que entraba a una casa que no es mía,
que besaba a alguien, que me retaban.
Y soñé con un abrazo, con un beso en mi nariz,
con la calma de una voz y con el infinito.
Soñé con un hilo de luz interminable,
con la dulzura que rebalsa de alguna piel.
Soñé estrellas,
soñé viento,
soñé multitudes,
y no tuve miedo.
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