Y en realidad algunas cosas nacen para estar siempre
desordenadas, para aparecer en un lugar, desaparecer cuando se les da la gana,
y volver a aparecer en otro. Cuando finalmente las damos por perdidas, deciden
asomarse bajo alguna cama, detrás de un libro, o entre papeles que ya se están
poniendo amarillentos. Prefieren no tener título ni horario, se escapan de los
rótulos adhesivos de colores, y nunca van a entrar en ninguna caja. Son esas cosas
difíciles de guardar y de catalogar. Esas que nacen para nunca acomodarse y para
hacer de mi supuesto orden, lo que se les antoja.
2 comentarios:
Dudo de si, en el segundo párrafo, estás hablando de cosas o de personas...
Saludos
J.
Me encantóoooooooo, con cada línea sentía, ¡hermoso trabajo!
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