domingo, 26 de agosto de 2012
El mundo se me rompe
El mundo se me rompe, se cae a pedazos y se derrite con lo
que sea que cargue sobre su lomo. No le importa nada. Se derrite como la vela
que lleva horas encendida y queda toda desparramada, aplastada e inútil,
ensuciándolo todo. La vida se derrite como una vela que ya nunca más iluminará,
y nunca nada se derrite como yo lo hice la primera vez que besé tus labios. El
techo se cae a pedazos, las paredes no son más que cenizas. Soplo y se me
ensucian los rincones de los pulmones, y hasta los del alma. Soplo y se me va
la vida en un soplido que no sé por qué inicié. Soplo para sentir, para vivir,
para vaciarme, para hacer lugar. La rutina se me amortigua, las sábanas se me clavan
en la espalda y el frío siempre encuentra el hueco por el cual penetrar. Mi
guarida ya no es guarida, y ya no es mía. Mi cuerpo ya no es mi cuerpo y mi
cabeza se agita en otro lado. Ojalá todavía se agite. Camino, camino más
rápido, corro. Corro tan rápido que a los pocos segundos estoy cansada y de
nuevo en el mismo lugar. Vuelvo a la guarida que no es guarida. Vuelvo a las
paredes de cenizas, a los techos derrumbados, al humo impenetrable, y a la tos
interminable. Vuelvo a la vela derretida que ahora me toca volver a limpiar, a
la luz que ya no iluminará, y a la vida que ya no sé dónde encontrar.
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1 comentario:
La soledad parece ser ese estado en el que nadie quiere permanecer, pero al que todos terminamos regresando al final (¿de qué?). Como si no hubiera otro final posible.
Saludos
J.
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