Algo me hace eco en el pecho, me siento vacía, me siento oprimida. Un dedo desde lejos me señala, mientras el mío busca el huequito por donde todo se debe haber filtrado. Tiene que haber uno, ¿verdad? No se me puede haber escapado tanta luciérnaga sólo por la boca y las orejas.
Se me atragantan las palabras que no sé decir. El miedo no deja que lo que siento se convierta en voz. El mismo miedo me agarra las manos y adormece mi lengua. Y nada puede salir. Tampoco puedo besar. Y todo es otro nudo, esta vez en mi garganta. Garganta que hace ruido, que se hincha, que explota. De nuevo el miedo se encarga de retener mis lágrimas. De acumularlas adentro para que hagan más bulto, más raspones, más nudo.
Hasta que caigo.
Y me aturdo en el suelo aún con la cabeza entre tanta almohada.
Los ojos se me nublan, el cielo tiembla, el cuerpo se me resbala, el alma se me rebalsa.
Del hilo de un globo azul me quiero agarrar. Que me vuele lejos, que me soples vos y guíes mi vuelo. Si querés, puedo amoldarme al frío y lloramos de la mano allá, en el círculo polar. O nos escapamos al sur sin dejar ninguna nota en la heladera.
Los pies entumecidos, el peinado que a vos te gusta y todo lo que me quedó entre las manos.
Las ganas de reír, el abrazo que no quiere soltarte y todo lo que me queda por decir.
El impulso, el valor, el saltito, el charco, el ratito y todo lo que queda por descubrir.
El nudo que me sube y me baja, que enseña y aprende, que te busca a cada instante, pero que no te quiere anudar.
1 comentario:
¿Te siento en tus palabras? O ¿me siento a mi? No estoy seguro. Pero me encanta... Tanta luciérnaga... Lindo :3
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