jueves, 24 de diciembre de 2009

Calor en Tucumán

Quiero escribir, pero no puedo. Tengo muchas ideas, pero el calor me las derrite. Tengo muchas ganas, pero el calor las achicharra. No suelo quejarme del calor, al contrario, siempre me quejo del frío, y la gente suele llamarme loca, friolenta, exagerada. Pero hoy el vapor que cubre Tucumán y el calor que nos envuelve es realmente insoportable. Aún viviendo al pie del cerro, con tres grados menos que en la ciudad, y siendo friolenta, no aguanto. Le voy a pedir a Papá Noel una laptop que pueda llevar a mi habitación, donde tengo aire acondicionado, o si prefiere, un aire acondicionado para colocar en donde tengo mi compu. Así quizás escriba más a gusto.
Empieza a agotarse mi tiempo de resistencia entre estas cuatro paredes, aun con el ventilador en la cara que me hace llorar los ojos. Sólo me quedan unos pocos segundos. Será mejor seguir con Borges en mi habitación con el aire prendido.
Listo, se terminó mi tiempo.
No aguanto más.
Me fui.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buena decisión Valentina.
Frío prefabricado y lectura.

Beso.

valeria dijo...

Una de las causas por las cuáles me gusta tanto el invierno, es porque escribir se torna uno de mis placeres favoritos. ¡El calor nos quema las ideas!

Esther dijo...

¡Ja,ja! Te entiendo... El calor es un asco. Es como que te aplana, te atonta... a mí tb me da pereza. Yo al contrario, me gusta más el frío. Es como que me activa más, aunque bien que me cuesta levantarme de la cama, etc. se está tan calentito...
Yo al contrario, pienso:

- ¡Frío! ¡frío!

Siempre pensamos en el frío o el calor, aunque lo ideal, es la primavera o el otoño, creo yo.

Aquí, ahora ¡hace un frío que pela!

Suerte con vuestro incómodo visitante, que no os lo envidio nada de nada. Saluditos.