Hace muchas (incontables) lunas he velado con un cuchillo clavado en el pecho, que anoche ha vuelto a penetrarme. En aquella época mi rostro se escondía tras enormes paredes, mi cuerpo cambiaba constantemente, el insomnio era mi única compañía y correr hasta el agotamiento era mi mejor refugio. Tuve épocas de muchísima actividad física, y épocas de bastante vagancia... pero las segundas fueron definitivamente mucho menos. Este tiempo al que me refiero fue mi primera etapa activa diría. Fue cuando descubrí el placer de correr y no parar aunque duela el bazo, las pantorrillas o los cuádriceps. El concentrarme en respirar bien para así poder seguir. Y volver muerta de cansancio, pero con el pecho ancho, con esa sonrisa que invade todo y no necesita mostrar los dientes. Simplemente, eleva.
En una de esas noches se me plantó la idea, la horrible sensación y la desgarrante pregunta: ¿qué pasaría si por algún problema físico, de repente, no pudiera hacer más actividad física? Me ahogué en lágrimas, sumergida en imágenes, sensaciones, hipotéticos casos y recuerdos ajenos que los sentí propios esa noche. No sé si podría seguir viviendo con tremenda imposibilidad. Era mi único refugio en ese entonces. Hoy quizás no es el único, pero tiene un papel muy (demasiado) importante en mi vida. Anoche la película Million Dollar Baby me trajo de vuelta aquella larga y húmeda noche entre sábanas frías. Ésta vez no tan húmeda quizás porque hace muchas (incontables) lunas, ya he llorado demasiado ese mismo motivo.
Imagen de difusión de la película Million Dollar Baby
2 comentarios:
Me encantó el primer parrafo!También lloré un poco hace unos días cuando ví x tele la historia de vida de un cuadriplejico.Y en cuanto a la actividad fisica, siempre tiene que ser demasiado importante, somos el equilibrio entre cuerpo,alma e intelecto.Besos Vale.
Ya te lo dije, fué una de las pocas películas que logró desgarrarme...
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