Ese tiempo había quedado atrás, ya casi no se acordaba de aquellos días en los que salían juntas, la cantidad de cuadras que caminaban por noche, las vueltas a la plaza, los pies que se enterraban en la arena al caminar, y se mojaban con el mar. Esos días de verano, las zambullidas y las olas que empujaban y hacían reír. El sol que las dejaba cada día un poco más doradas y el viento fresco por la noche. Las charlas, las risas, las historias, las anécdotas. Habían sido épocas felices de mucha amistad, variadas historias en poco tiempo y un lazo que se hizo muy fuerte en menos de un día. Así había comenzado aquel verano, tantos años atrás, con tantas ganas de pasarla bien y finalizando con un objetivo totalmente cumplido.
Hablaron de miles de temas variados y rieron juntas de miles de anécdotas, comentarios y bromas. Pasaban los días y cada vez se daban más cuenta de cuánto se parecían y qué bien que la pasaban juntas. Tema de conversación nunca faltaba, y cuando palabras no había era porque el silencio se hacía un lugar, porque ellas le hacían un lugar, porque de vez en cuando es necesario. Sabían cuándo hablar y cuándo callar. Qué decir en cada situación. Había respeto mutuo, había confianza. Confianza que fue creciendo, que se convirtió en amistad, en un fuerte afecto por esa nueva amiga. Ya se querían y se necesitaban.
Se contaban historias del pasado de cada una, hablaban de sus gustos, daban sus opiniones de diversos temas, actividades que llevaban a cabo, rutinas, sueños y amores. Opinaban de lo que vivían en ese presente y hasta inventaban historias. Pero algo que nunca hicieron fue planear actividades para cuando llegue aquello que no querían: el fin del verano. Nunca dijeron en voz alta lo que harían al volver a sus hogares, pero sí lo pensaron, y mucho. Las dos sabían que volver significaba regresar a otras vidas, retomar actividades, y sabían que se verían cada vez menos, y hasta pensaban en la posibilidad del lento olvido. Pero en ese momento no querían aceptarlo y se prometían no abandonarse. Una noche, abrazadas y pensando en eso, pero hablando de otro tema, a ambas les rodaron un par de lágrimas por las mejillas.
Así tuvo que terminar el verano, siendo lo que menos querían. Se extrañaban. Había sido un corto tiempo y habiendo estado tan juntas, era difícil la separación y el regreso a las vidas cotidianas. Pero no había otra opción y cada vez se hacía más difícil reencontrarse. El tiempo pasó y el lapso entre una llamada y otra era cada vez más largo. Verse era cada vez más difícil. Sus vidas eran tan distintas que encontrarse de casualidad era prácticamente imposible. Pero aún así tenían tanto en común…
Se extrañaban, pero ya nadie lo decía. Y así se fueron olvidando una de la otra y de los momentos que juntas vivieron. Todo comenzó a ser parte de un pasado cada vez más lejano y que no volvería. Esos caminos que en algún momento habían estado juntos se habían separado y ninguna creía en la posibilidad de que volvieran a juntarse.
Alguna vez ella escuchó hablar de su amiga, y se sorprendió al darse cuenta que ya no la recordaba con tristeza o melancolía, sino que simplemente la recordaba como algo que fue, que cumplió su ciclo y tuvo que terminar, o eso pensaba entonces. Tenía ganas de vivir días como aquellos, de volver a sentir esa amistad que no pudo reemplazar con más nadie, pero sabía que el tiempo había pasado y sólo quedaban algunos recuerdos difusos.
Y fue así, cuando ya casi la olvidaba por completo, que se enteró que la tenía cerca, que existía la posibilidad de cruzarla por la vida nuevamente. Se emocionó, quería verla, quería saber cómo estaba, si finalmente había sucedido aquello que estaba planeando tanto tiempo atrás. Quería verla nuevamente, pero a la vez no estaba segura si sería bueno o no. ¿Sería un reencuentro como en aquellos días, con un fuerte abrazo y mucho cariño todavía vivo en la relación que había quedado en pausa por un tiempo? ¿Serían casi dos desconocidas que se saludarían con un tímido y cortante “hola, ¿cómo estás?”? No lo sabía. Y no quería verla para no desilusionarse, pero las ganas de sentir ese cálido abrazo y esa sonrisa con esos dientes tan particulares era mucho más fuerte. Sí, estaba segura, quería verla, pase lo que pase en ese reencuentro.
Fue un sábado por la tarde cuando sus ojos tuvieron que mirar dos veces para estar seguros. Sí, ¡era ella! Y venía caminando hacia donde su vieja amiga se encontraba. Ambas camufladas en una multitud en la que era difícil encontrarse, pero aún así era tan fácil reconocerse... El movimiento de esa espalda al ritmo de los pies era único, y el eco de su voz ya se distinguía a lo lejos. Era ella, ¡era ella! Fue un salto en el corazón lo que sintió, ganas de correr y abrazarla, decirle tantas cosas que se había guardado por tanto tiempo.
Pero se contuvo y trató de no hacerlo tan evidente. Seguramente su amiga no la había extrañado tanto como ella y no estaba tan emocionada de volver a verla. Por eso caminó sin tanto apuro, pero sí con una amplia sonrisa, y se acercó a saludarla. Y se saludaron, y se abrazaron, y se miraron de cerca, y se dieron cuenta cuánto se habían extrañado y qué poco cambiadas estaban.
Cruzaron pocas palabras cargadas de emoción y nervios, de melancolía y recuerdo. Era la misma voz, exactamente la misma entonación, las mismas pausas, las mismas expresiones. Por un momento sintió que vivía de nuevo aquel verano de adolescencia.
Fueron pocas las palabras. El tiempo las apuraba y esto se sumaba a la emoción del momento y el no saber qué decir después de tanto tiempo. Fueron pocas las palabras, pero suficientes para darse cuenta cuánto se habían extrañado y cuántas ganas de volver a verse y vivir nuevas aventuras tenían. Fueron pocas palabras, pero el tiempo suficiente para que ella vea todavía en su mano la pulsera que alguna vez, en esa playa, le había regalado. La vio y no podía creerlo. ¡La había conservado!
Por la noche de ese mismo día, mientras pensaba en el reencuentro, recibió las palabras que faltaban para estar segura que todavía tenían mucho por delante. Con ellas se dio cuenta que su amiga seguía teniendo las mismas manías y esa dulzura y delicadeza de decir lo que siente cuando es algo bueno. De hacer sentir bien a la otra persona. No había cambiado nada, y el tiempo parecía nunca haber pasado; o haberse detenido para retomar las cosas exactamente como estaban antes. Recibir esas palabras la llenó de esperanzas y fue lo que le dijo que no todo estaba perdido.
La vida las había vuelto a cruzar porque todavía había muchas historias por contar y muchos momentos por compartir. La vida las había vuelto a cruzar porque sin darse cuenta se extrañaban. Se extrañaban mucho pero habían decidido guardar todos los recuerdos en repisas muy altas, habían dejado que el polvo los cubra, que el tiempo los vaya alejando cada vez más porque no querían sufrir, no querían aceptar que se extrañaban y que no podían verse. No soportaban una relación así, entonces prefirieron olvidarse. Y ésa no era la forma. Por eso sus caminos volvieron a juntarse, para demostrarles que aquel verano, hoy tan lejos, no fue en vano. Que los momentos felices deben ser recordados y que a las personas que realmente nos llegan a mover el corazón y llegamos a quererlas tanto, no tenemos que dejarlas ir tan fácilmente. La vida las volvió a cruzar porque todavía les quedaba mucho por vivir juntas.
Basado en hechos reales. Inspirado en algo que me sucedió. Con algunas variaciones, y dando sólo mi punto de vista, sentimientos y sensaciones, pero parecido a la realidad.
S, para vos, porque creo que por algo nos volvimos a ver. Todavía nos quedan cosas por delante. Te extrañé muchísimo aunque lo tuve escondido y callado por mucho tiempo. No estaba segura si sentías lo mismo. Y ahora estoy segura que todavía hay vida por delante.
3 comentarios:
Hola Valentina, soy Guido, y llegue acá a partir del blog del cole. Bueno, no voy a decirte nada por ahora porque recién estoy leyendo y viendo, la verdad que bastante sorprendido porque no tenía idea de todo lo que se puede hacer en un blog, y además lo tuyo, no? que parece muy interesante. Bueno, sigo leyendo y por ahí te dejo algun comentario, si me animo te comparto algunas cosas mías, espero que te ande yendo bien en la facu. Buenísimo otra vez lo tuyo
Guido
mi mail es guido.mosse@gmail.com
Que linda hitoria de amistad! yo quiero una historia asi, ya no las recuerdo... mi mejor amiga paso un verano increíble conmigo pero este año sorpresivamente tuvo su bebe y se casa, y ese verano quedó en el recuerdo, casi no la veo por falta de tiempo de las dos. Pero que pena da cuando tienes una conexion increible con alguien que esta lejos! es terrible, me pasa con una amiga de bs as. Creo que si ella estuviese aqui nos veriamos todos los dias, o quiza no... a la amistad se la cultiva dia a dia, es verdad y se alimenta con cada cosa que nos pasa a la par de esa persona, pero cuando existen lazos verdaderos es irrompible, y cada encuentro es como si el tiempo no hubiese pasado.
Un abrazo y me alegro por tu reencuentro. No hay que tener miedo de expresarse y de decirse todo lo que se siente.
Todavia sigo llorando..
todavia sigo sin palabras, como cuando nos cruzamos..
Estoy tan emocionada que en estos momentos el corazon me late a mil y me da vueltas la cabeza con tantas palabras y tantos recuerdos que quisiera volver a vivir...
Amiga...NO ENCUENTRO LA PALABRA EXACTA PARA DECIRTELO..
pero si......
G R A C I A S ....
Por pensar en mi una vez mas,por recordarme..y es TANN CIERTO todo lo q escribiste q ya lo dijiste todo.
Kisiera decirte tanto que por este mensajito seguro no me alcanza, asi q voy a mandarte un mail porque me dieron ganas de escribirte..porque volvio a brillar una luz en mi corazon, q hace tiempo solo titilaba....
TE KIERO COMO AYER, COMO ESE DIA Q TAN RAPIDO ENTRASTE A MI CORAZON, COMO ESTE TIEMPO Q NOS ALEJO Y COMO HOY Q EL CAMINO NOS CRUZO...
SOS una gran persona.. y le doy Gracias a dios..!! por haberte conocido..!!!!!
besos..!!!
y....
GRACIAS....
TkMmMmM...
(((Soy tan sencible, q me tocaste el corazon y no puedo dejar de llorar...emocionada jajaj ))
--SoFi--
#77 FACDEF
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