domingo, 8 de febrero de 2009

Manos de madre

Mamá, hoy mientras cocinábamos juntas me di cuenta de algo que me puso un poco triste. Algo me llamó la atención y siento que no está bien eso que te está sucediendo.

Me estabas enseñando a cortar una zanahoria en tiras. Me dijiste el nombre de ese corte, sé que lo dijiste, pero ya no lo recuerdo porque en el momento que lo mencionabas, algo me aturdía, algo me gritaba al oído en un grito imperceptible para vos, pero sumamente aturdidor para mí. Mientras decías ese nombre fue cuando fijé la vista en tus manos y vi cosa tan terrible.

Mamá, tus manos se están poniendo viejas. Pero, ¿cómo puede ser si sos una mujer tan joven y activa? ¿Por qué a vos, mamá? ¿Por qué tan temprano?

Cuando las vi agarrando el cuchillo filoso, ese que no me dejás tocar sin tu permiso, creí por un segundo que veía las manos de la abuela. Por un momento pensé que era una ilusión óptica, un engaño de mi cabeza, quizás las imágenes se estaban confundiendo en mi retina por haber contemplado tanto tiempo las manos de la abuela unos días atrás. Pero no era así, mamá. Y mientras lo recuerdo algo sigue oprimiendo mi corazón.

Mientras vos hablabas, decías el nombre del corte, me explicabas algo que no escuché, yo cerré mis ojos y los volví a abrir para estar segura, pero volví a ver esas manos avejentadas que tanto miedo me dieron.

Miedo a vos no, mamá. Miedo al imaginarte viejita. Porque al ver tus manos no pude evitar verte pequeña, arrugadita y con un bastón en la mano derecha. Y eso no es lo que quiero. Ni ahora, ni nunca.

Tus manos que tanto han hecho por tantos años no pueden estar poniéndose así. ¿Sabés qué mamá? Creo que a veces este mundo es injusto. Las manos de la gente que no hace nada, de los vagos, de los malos, de los que hacen daño con ellas, esas son las manos que deberían arrugarse más rápido. El trabajo y la actividad deberían hacerlas cada vez más jóvenes y lindas. Pero no es así mamá. Ya te dije, el mundo es injusto.

Agarrabas ese cuchillo como siempre supiste hacerlo, tal como una perfecta cocinera. Porque siempre hiciste todo perfecto. Cuando yo estoy enferma sos la mejor médica, elegís perfectamente el jarabe que necesito y colocás perfectamente el termómetro bajo mi brazo. Cuando se quema un foco sos una perfecta electricista. En primavera me doy cuenta que sos la mejor cuidando un jardín y eligiendo plantas. Cuando no entiendo algo de lo que me enseñan en la escuela, siempre lo sabés explicar como si fueras una maestra. Mamá, todo lo sabés hacer.

Y cuando cocinás realmente sos la mejor. Me encanta ver la forma en la que agarrás el cuchillo, la rapidez con la que cortás las verduras sin rasparte siquiera un dedo, la habilidad con la que preparás las salsas, las cantidades perfectas que calculás a ojo de cada ingrediente.

Pero mamá, ayer tus manos eran otras. Cortaban la zanahoria con la misma calidad de siempre, pero en tus manos pude ver tus venas un poquito más marcadas, eran un poquito más visibles, más elevadas, más violáceas. Pude ver unos puntitos más oscuros que el resto de tu piel. Pude ver algunas pequeñas arrugas y como si te sobrara un poco de piel. La piel ya te estaba quedando un poquito grande para el tamaño de tus manos.

No puede ser mamá, todavía no entiendo por qué a vos, si sos la menos indicada para que te pasen esas cosas. No entiendo por qué a mí, que tanto te necesito todavía. Nos quedan muchas ensaladas y tortas por preparar juntas todavía, te quedan muchos remedios para recetarme, muchas plantas por plantar, muchas sonrisas por dar y mucha ayuda por brindar con tus manos. Todavía te faltan cosas que crear, que modificar, que mejorar, que cambiar, que embellecer.

No podés estar haciéndote viejita ya, tan temprano, si recién empiezo a darme cuenta de cómo funciona el mundo. Recién empiezo y te necesito en mi vida, en mi camino, tan viva, joven y activa como siempre. Mamá, por favor no empieces a envejecer tan pronto.

No pude escuchar el nombre del corte, pero creo que aprendí a hacerlo y te lo voy a mostrar la próxima vez que necesitemos zanahorias cortadas en tiras para el almuerzo. Lo que no sé es con qué rapidez tus manos seguirán cambiando, y si con ellas cambiarán también otras parte de tu cuerpo. Espero que si sucede, suceda dentro de mucho, mucho tiempo. Todavía tenés demasiado para dar, y yo demasiado que aprender a tu lado.

Y quizás algún día me anime a preguntarte cómo se llama el corte del que nunca escuché el nombre. Ese que mencionaste mientras tus manos me aturdían en silencio.

17 comentarios:

Diego dijo...

lo que nunca tene sque animar a decirte es que sas manos las viste viejas...

el corte era Juliana..esoq ue importa ya.

:(

estaria beiuno eso que dijiste qe las manos de la genet que la usa para el bein se hagan cada vez mas jovenes

me gusto tu blog y las fotos que sacaste de aca, de bs as..

te mando besugos

Anónimo dijo...

Si vieras las manos de tu mama, con el corazon, te darias cuenta lo bonita que son sus manos, conservan siempre su hermosura... es una pena por que si lo vieras de esa manera te daras cuenta que la vida no es injusto...Pero yo si. que siempre hablo de lo que mis ojos ven pero cuando mi corazon, mira siempre me quedo callado por que?? no lo se... y si talves. lo se pero no lo quiero decir...por que anomimo.. no lo se. bueno talves si se, pero me da verguenza...

India dijo...

simplemnte hermoso escritora...me emocione =(

t kieroo amiga

beso

CAL dijo...

Hermoso! Y universal. Imposible no verse uno mismo hablándole a su madre. Las manos de la mía son una de las imágenes de ella que mejor guardo en la memoria. Sé que a mi hermana le llegaría mucho leer esta historia. Lo que la narradora le dice a su madre sobre cuántas cosas aún tienen que hacer juntas me recordó a todo lo que mi hermana sentía que aún debía hacer con mamá (y ya no podría). Por eso, me encanta el cuento. La narradora se da cuenta. Eso significa que disfrutará todo eso por hacer juntas aún! :)

Anónimo dijo...

Muy sensible y transparente tu relato, me gustó. Venía leyendo hace un tiempo pero mi poca dedicación blogger me mantuvo anónimo.

Parece que en cuanto uno comienza a tomar real dimensión de la vida como vos bien decís, los padres quizás ya están en una etapa mucho más adelante.

No se si hablar de justicia o la falta de ella sobre ese momento, a mi la vida me significa una serie de sucesos complicados fusionados con la alegría de vivir.

Pero en principio a tu madre podrás seguir disfrutándola mucho tiempo, y luego quizás será el turno de acompañar a una hija o hijo hasta esa edad donde pueda este último tomar real dimensión.

Voy a llamar a mi madre y saludarla!
Ja, besos.

Trovator dijo...

La vida pasa delante de nuestros ojos.. muchas veces demasiado rápido para nuestro gusto. ME gustó el blo, lo estaré visitando.

Un saludo!

ysraelg7 dijo...

Este escrito hizo que tragara esa saliva atrevida que hace a uno aguantar las lagrimas.

Pero tambien hizo, que te retratara y me retratase en ese instante, con los ojos que tu estabas viendo y con los oidos tan lejos de uno.

Lindo escrito.
Un beso.

Dylan Forrester dijo...

El tiempo pasa, es verdad, pero sería bueno ver del desgaste del cuerpo y de la vida también como algo natural y bueno. Hemos sido creados con propósitos eternos y por tal debemos ver el futuro con mayor fe y esperanza en creer y saber que existe una eternidad perfecta para nosotros en Dios.

Un texto conmovedor. Te leo bien.

Un abrazo...

P.E.P.E. ® dijo...

No soy el mejor para un analisis literario.
Tampoco soy de los chupamedias que copian un fragmento del parrafo y se limitan a: "genial.. genial.. ".

Solo te dire que lo lei dos veces.
Y las dos veces me parecio igual de emotivo.

.. y las manos de las madres?
Poesia purita.

Cuidate.

Rolando Escaró dijo...

es muy bonito lo que escribiste de las manos de tu madre.pero el envejecer es un proceso natural por el que todos pasamos. el ver las manos de tu madre recuerda todas las caricias que recibiste de ellas en todo este tiempo, y piensa que cada una se ha quedado grabada en su piel. estoy seguro que descubriras que tienen espacio para muchas mas.

Agus-tincho dijo...

ncreíble, que palabras, que juego de ellas, estrategimente elegidas, con el gusto de ser sentidas, estrategias del alma, transparencia. Hermoso. Me encantó, encantó.-
Seguiré pasando por aquí, dalo por seguro y me quedaré leyendo un poco más.
Un gusto.
Tincho

Tribal dijo...

Muy poetico. Esta bueno el blog

Saludos, Tribal

Javier Pallero dijo...

el implacable paso del tiempo en la mirada de una poetisa.

Asi se ve, de un dia para el otro, lo que tarda trillones de minutos.

Tomemos todo eso con alegría, y sabiduría.

Después de todo, es una lección de la vida.

un abrazo!

Anónimo dijo...

muy emotivo, sinceramente!!

http://infaliblemente.blogspot.com

Irene dijo...

Valentina, me emocinaste con tu relato! Me senti tan identificada en ese miedo, en la sorpresa de ver que los años han pasado.
Hace poco me paso algo parecido a vos, solo que no en vivo y en directo. Vivo muy lejos de mi mamá, y el otro dia la vi en una foto reciente y me di cuenta que esta grande -y yo tambien- y me pregunte que hacia tan lejos.
Gracias! Te sigo leyendo.
Beso

Esther dijo...

Vale, es un cuento genial. Me gustó mucho. Podrías ser una perfecta cuentacuentos, tb :)

Sí, el mundo es tan injusto... injustísimo. He visto gente que a mi parecer se merecería más cosas que otras y sin embargo...

El paso del tiempo es inexorable. Me gustaría que pasara más despacio.

Saluditos.

VILLA STELLA MARYS dijo...

sinceramente conmovedor!!!!!!

que gran capacidad de interpretar esas cosas que son lo mas importante!!!!

saludos....