Cama desordenada

Pruebo en todas las posiciones, pienso en todo lo que tengo pendiente, leo varios cuentos del libro que aguarda paciente en mi mesita de luz, y aún sigo sin conseguir que el sueño me envuelva, me atrape, me lleve, me duerma. Mi cama está desordenada de tanto dar vueltas y buscar distintas posiciones. Infinitos dibujos se grafican en las sábanas, en el cubrecamas. Miles de figuras distingo y con eso me divierto un rato más. Pero las agujas del reloj siguen dando vueltas y todavía oigo el tic-tac del segundero.
Cierro mis ojos y nuevamente te veo a vos. Sólo a vos. En toda la noche tu rostro fue el único que me vino a visitar, a hacerme compañía en otra larga noche de insomnio. Gracias por estar acá conmigo otra vez. El no poder dormirme no es un problema tan grave sabiendo que te tengo conmigo. Que me estás haciendo compañía.
Te miro, te escucho, te hablo, te beso. Y te quiero completo a mi lado.
Te extraño.
Me pregunto si allá, lejos, en tu cama, estarás despierto también. Si pensarás en mí. Si soñarás conmigo. Quizás tu cama también está desordenada. Quizás tampoco conseguís encontrar la posición exacta donde el sueño te atrape con sus suaves y débiles bracitos de colores. Quizás mientras me imagino hablándote, te imaginas escuchándome. Quizás mientras te escucho vos me estás hablando. Quizás nos besamos juntos, vos desde allá, yo desde acá.
Digo tu nombre. ¿Lo escuchaste? Digo que te quiero. ¿Vos me querés? Digo que te extraño. ¿Cuándo volvemos a vernos?
Contame si de repente te despertaste y pensaste en mí, si escuchaste que te llamaba, si soñabas conmigo. Contame si cada noche que no duermo pensando en vos a vos te sucede lo mismo.
Mañana vas a contarme si tu cama estuvo desordenada de tantas vueltas que diste buscando al sueño, porque la mía sí lo estuvo. Y vos estabas en mi cabeza mientras trataba de dormirme. Y vos estabas en mis sueños mientras dormía.