lunes, 17 de diciembre de 2007

Renovándome

Me puse el pantalón gris que me acompañó todo el año en el colegio, que es tan cómodo, tan calentito en los días de frío, tan yo. Me puse una remera y comencé a ordenar mi cuarto. Lo primero que hice fue abrir todas las ventanas para dejar que el frío entre a la habitación y cambie el aire. Debido a las bajas temperaturas tuve que cerrar los vidrios, pero dejé todas las persianas abiertas, dejando que entre el máximo de luz posible y llegue a todos los rincones de ese cuadrado que me acompañó en todas. Le di play a un CD que me gusta muchísimo y hacía tiempo que no escuchaba, como para traer recuerdos de años pasados. Observé mi habitación y la vi allí, tan débil, moribunda, pidiendo ayuda y me di cuenta de mi descuido en este último tiempo. Vi a mi planta sobre el estante y me di cuenta de cuánto la olvidé. Corté sus hojas viejas y secas y llené con agua el recipiente en el que se encuentra, que en ese momento estaba a la mitad. Cómo pudo haber sido mi descuido que dejé de lado esa alma purificadora de mi habitación.
Mientras la música me llevaba tendí mi cama, guardé las sandalias de la cena de egresados de la noche anterior y decidí sacar las cosas que no uso. De vez en cuando hay que hacer una limpieza y pensé que éste era el momento adecuado. Lo primero que saqué de mi placard fue todo lo que en estos últimos años denominé como “uniforme”. Una pollera gris sobre la cama, encima de ella dos camisas, luego medias verdes, remeras con el logo del Colegio San Patricio y un par de zapatos. Por las dudas revisé todos los bolsillos para estar segura de no dejarme ningún recuerdo guardado en el fondo de algún buzo que nunca más pueda recuperar. Lo que siguió fue la ropa que ya no me entra ni me gusta. Una gran pila se fue armando sobre mi cama, dejando mi placard cada vez más vacío. Papeles que no tiene sentido guardar, a la basura, papeles con algún recuerdo, bien archivados en un cuaderno. Con un trapo saqué de cada rincón polvo y suciedad que no quiero llevar conmigo en un futuro. Tiré cajas vacías, acomodé una pila de libros y saqué la única caja de esa pastilla que después de 1 año y 2 meses, ya no tomo.

Y así, de a poco fui renovando mi habitación, renovándome. Inconscientemente, el mismo día que una gran etapa había culminado, decidí sacarme todo lo que ya no me serviría para enfrentar el nuevo comienzo que se avecina. Todo lo innecesario fuera de camino. Inconscientemente renové mi cuarto, mi persona, mi alma, mi cabeza. Reordené, reorganicé, guardé, tiré y recordé. Con mi placard un poco vacío espero que lo próximo comience a llenarlo nuevamente con cosas que valgan la pena y me sigan haciendo feliz. Habiendo acomodado los espacios en mi alma y tirado cosas que simplemente ocupaban espacio y no servían de nada, espero a esta nueva etapa con tantos momentos valiosos guardados, tantos recuerdos, tanta gente querida que sé que van a seguir a mi lado cuando mi placard vuelva a llenarse.

15/12/07

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