viernes, 19 de agosto de 2011

Habrá que ser fuerte

Si así van a ser las cosas, será mejor que me haga fuerte. Y tiene que ser urgente. ¿Cómo es que llegamos hasta acá? ¿Cómo es que ya no puedo hacerme una bolita y refugiarme en tu ombligo? ¿Dónde estás? Yo creí que el juego de las escondidas ya había terminado. ¿O acaso sigue? Alto taco, yo pido tiempo. Quiero cambiar de juego. Tal vez jugar a otro que no canse tanto. Que se puedan hacer cosas de a dos y no que siempre tengamos que ser nuestros propios rivales. Dale, decí que sí. Seguro que vos también te cansaste. ¿Y si nos acostamos a mirar cómo pasan las nubes? ¿O simplemente a observarnos bajo el sol y descubrir las luces y las sombras en nuestros rostros? Es que tengo esta maldita ne-ce-si-dad (con todas sus sílabas) de sentir que me abrazan. Y tus abrazos son siempre los mejores. Pero bueno, si es que se te acabaron, no voy a insistir. No, todavía no soy tan fuerte como para quedarme con eso. Tengo que convencerte de alguna forma, y sino tendré que robártelos. No, va a ser peor. Voy a quedarme entonces quietecita, tal vez me tambalee un poco con la cabeza agachada mientras te grito con los ojos “por favor, abrazame”. Te lo estoy gritando, ¿no te das cuenta? ¿Ya no podés entender mis miradas? ¿Qué nos pasa? Y soy tan débil y tengo tanta necesidad de un abrazo, que caigo en lo que no quería. Te lo pido, te lo pido por favor. Pero no funciona. Y me ahogo en mis propios fantasmas, y me hundo cada vez más profundo. Se me apagan los ojos, se me oscurecen los rincones. Ojalá me importara un poquito menos. Paren el mundo, me quiero bajar*. Ya no sé a dónde pertenezco. Vuelan imágenes sobre nuestros cuerpos. Me recuerdan esos tiempos en que sólo te miraba y ya lo sabías todo. Yo podía entrar de un saltito en tu iris y navegar hasta tu pupila. Hablar en silencio. Ensanchar el pecho. Las despedidas dolían menos. Me dejabas ir con vos, me dejabas traerte conmigo. Con sólo un beso podía amarte. ¿Dónde estamos? ¿Qué se hace ahora? Tiremos un dado y avancemos. Dame la mano sin que te lo pida. Dejame algún papelito en mi cuaderno. Besame el cuello sonriendo. Deslizá un chocolate en mi bolsillo. Abrazame como si fuera la última vez (o la primera). Dibujá un corazón en mi espejo. Decime algo lindo mientras nos abrazamos en la oscuridad. Preguntame algo más. Soñá conmigo. Dejame intentarlo. Dedicame tu sonrisa más grande. Recién entonces tal vez, pueda empezar a hacerme un poquito más fuerte.

* Dicho, en algún momento y en algún lugar, por Mafalda, de Quino.

2 comentarios:

La otra dijo...

'...como si llegaran a buen puerto mis ansias/ como si hubiera dónde hacerse fuertes...' dijo un poeta-cantautor...

Hermoso lo que escribiste..

un abrazo bien dado

bitacora-81 dijo...

palabras escritas con mucho sentimiento

saludos
bitácora-81