jueves, 24 de febrero de 2011

Recordándote

Querida M.

Quisiera saber cómo estás. Si tu alma ha encontrado la paz que tanto ansiaba. Si tu cabeza descansa sobre un cuerpo al que amas. No creas que me he olvidado de vos. Eso es prácticamente imposible; bien sabés que sería como pedirme que deje de escuchar los discos de Frank Sinatra a todo volumen una y otra vez. Cada noche que espío a las estrellas me acuerdo de vos y aquello que una vez me dijiste sobre la luz que cada una de ellas emite. Cómo olvidarte si me enseñaste el nombre de mi estrella favorita. Y todavía estás acá. Y rondás por mi cabeza. Y te encuentro en cada gorrión que toma vuelo. Porque con vos pasé toda una tarde tomando mates y hablando de gorriones y sabores de helados.

Me pregunto si lograste librarte de aquellas cuerdas que tan fuerte te ataban al suelo y te impedían despegar. Si descargaste algo del peso de tu espalda. Si sos más liviana y te diste cuenta que así es más fácil caminar, se salta más alto y se vuela más lejos. Mujer, ¡sí que llevabas peso en aquel entonces! A mí la sociedad ya me pesa un poquito menos. Aprendí tanto en este tiempo... es increíble cuánto se aprende cuando creés que ya no te queda nada de luz por delante. Aprendí de mí, de la gente, de las letras, de la naturaleza. De la naturaleza más que nada, que en realidad, es la que lo tiene todo. Nos tiene a todos.

Me pregunto si estarás conociendo todos aquellos destinos que nos prometimos esa fría noche de chocolates y un pedazo de papel cuadriculado. Si estarás instalada y quieta en uno de ellos, o serás tan nómade como soñábamos. ¿Llevaste tu bicicleta con vos? En cada bici azul que cruzo por la calle te busco... pero nunca sos vos quien la maneja. A veces es tu peinado, a veces la forma de tus piernas, otras tu mochila desteñida... pero nunca sos vos completamente. Tal vez hasta conseguiste la réplica del Van Gogh que tanto te gusta. Yo intenté copiarlo hace un tiempo. Pero el resultado fue tan espantoso, que lo escondí en el fondo de mi ropero, junto con las cartas de los amantes de antaño. Tal vez a las polillas les guste, quién sabe.

Quisiera saber de tus ganas, de tus nuevos sueños, de tu corazón. Espero que tus ansias de tener el mundo ante tus ojos no hayan cesado y ya hayas conseguido un montón de recuerdos para contarme algún día. Me pregunto si seguirás luchando por aquello que te robaba algunas lágrimas cada vez que me lo explicabas. Estoy segura que no bajaste la espada y que ya debés haber logrado mucho más. Hasta te imagino de la mando de quien haya invadido tu inmenso y frágil corazón y te cuide tras su escudo también, mucho más de lo que cualquiera acá pudo haberte cuidado.

Te imagino libre, despeinada, con una o dos arrugas más y una sonrisa dos veces mayor que la que conocí. Te imagino con muchos libros más en tu lista de “genialidades ya masticadas” y con la cabeza en alto hacia el sol. No puedo imaginarme dónde estás, ni con quién. Pero estoy segura que feliz. Al menos eso es lo que más deseo.

Te dejo estas letras en ese lugar que fue tan nuestro y al que tal vez algún día que me extrañes, decidas volver a buscar algún eco de lo que allí vivimos. Te las dejo ahí porque no sé qué puerta golpear, qué colectivo tomar, ni en qué planeta estarás cazando un arcoiris ahora.

Esperando saber pronto de tu sonrisa y tus nuevas aventuras, lleno el sobre de abrazos, que ésos tal vez viajen y te encuentren. Y mientras sigo con mis luchas internas que jamás terminan, espero tus noticias.

Te quiere desde el primer día (y te extraña montañas),

La de la bici amarilla.

6 comentarios:

Dié dijo...

Que linda carta chica de la bici amarilla :)

Violeta Color dijo...

Increible Valebé.
Hasta pude imaginar que metías la carta, enrolladita en el hueco de algún árbol secreto.

"querida M."
Empieza tu texto...y me recordó a esto...http://piladecosass.blogspot.com/2010/07/hola.html que coincidentemente es un carta a mi querida M.


Abrazo inmenso

Paris_In_Flames dijo...

simplemente hermosa!

DoggyBob dijo...

Las bicicletas son para el verano.

Faustina dijo...

Siempre he pensado que las cartas son hermosas en si mismas, pero sobre todo que cada vez que uno escribe una carta (con destinatario real o imaginario) deja mucho de si,¿y cómo no hacerlo?
Las cartas dicen mucho, más de lo que escribimos, y como dice una amiga "es como que uno realmente quiere dar a ese otro algo importante, por eso se toma su tiempo y lo deja por escrito; uno lo piensa".Y yo agregaría, uno lo siente.

mica dijo...

nose ni como llegue acá ni quien sos,ni a quien esta dirigida esta "carta",pero hermosas tus palabras.