jueves, 5 de agosto de 2010

Un regalo de cumpleaños


Nicolás era uno de esos chicos bastante más flacos que el resto, tez morena y pies descalzos. Salía de casa temprano, en la fría mañana, y escuchaba con atención las clases en la escuela. Volvía al medio día, invadido por el hambre, y lograba comer algún pequeño plato de polenta que compartía con sus seis hermanos. Luego salía de nuevo, con su cajoncito de lustrar colgado al hombro.

Llevaba la vida de un chico de la calle. Era uno de ellos. Pero Nicolás tenía un brillo particular en los ojos. «Es el brillo de la esperanza, de la fuerza y las ganas de seguir adelante» le chusmeaba una vecina regordeta a su amiga cada vez que lo veía pasar por su vereda. Era un brillo en sus ojos que lo hacía diferente al resto.

El día de su cumpleaños, Nicolás sólo recibió un par de saludos desanimados de su madre y un hermano antes de salir de casa. No hubo regalos. Para ellos nunca los hay. Por eso el día del cumpleaños suele ser sólo uno más. Pero esa mañana Nicolás se levantó con más ánimos que otros días, tenía el presentimiento que esta vez, algún regalo podía recibir.

Fue camino a la escuela que lo vio. Abrió grande los ojos y observó gran espectáculo por un buen rato. No era algo que se veía todos los días y ese día sucedía porque era su cumpleaños. Quería grabarlo en la retina, en su memoria para siempre. Estaba allí. Gigante, inmenso, lleno de calor, de alegría y del afecto que no tenía. El más inmenso y perfecto sol se elevaba naranja, brilloso, esplendoroso. Se abría paso entre las nubes que hacían juego con sus colores y la más grande sonrisa. Tenía el mayor espectáculo delante, el mundo íntegro, la vida entera sólo para él. Todo era suyo. Y con un año más de vida en esa espalda ya cansada, sus ojitos brillaban más que nunca.

Luego de unos minutos de respirar profundamente y no pestañear se acordó que debía seguir su camino. Tomó valor, asegurándose de no olvidarse su regalo allí, y siguió su camino.

Ya en la escuela uno de los niños se acordó qué fecha era y lo saludó:

- ¡Feliz cumpleaños Nico! ¿Qué tal la estás pasando?
- ¡Muchas gracias! ¡Espectacular! He tenido una mañana hermosa.
- ¡Cuánto me alegro! Seguro algún regalito te hace tan feliz.
- Recibí el mejor regalo que se puede recibir.
- ¿Qué? ¿Conseguiste la bicicleta? ¿La pelota que aparece en el cartel gigante?
- No. Recibí el más hermoso amanecer.
- Pero eso no es un regalo para vos, es algo que siempre hay y todos podemos verlo.
- Pero hoy fue hecho para mí y nadie lo vio ni lo disfrutó como yo. ¿Acaso te detuviste en medio del camino a admirarlo? ¿Te gustó tanto que te dejó sin aliento? ¿Te ensanchó el pecho y la sonrisa? ¿Te hizo brillar los ojos y sentirte la persona más feliz en la faz de la tierra? –su amigo lo miraba extrañado, sin comprender- Con ese espectáculo en frente sentí que no necesitaba más nada. Podía vivir eternamente frente a ese poderoso sol abriéndose paso en la mañana. ¿Acaso te sorprendiste al verlo? ¿Si quiera lo viste? El amanecer de hoy fue mi regalo, el mejor que he recibido y que voy a recibir. Y fue solo mío, porque nadie, yo sé que nadie, lo sintió como yo.

8 comentarios:

BFL dijo...

aaa me encanto !

Violeta Color dijo...

Ay Valebé.

Sí, esos son los regalos a veces que nos llenan el cuerpo, nos inchan de alegría.



Te cuento algo.
El otro día, era un dia soleado por acá, despejado y templado.
En un momento una amiga desde el patio de casa me llama sorprendida y sonriendo, diciendome que mire.
Me quedé estática observando...y de pronto me di cuenta que granizaba, granizaba muy finito, muy chiquito, muy hermoso.
Granizaba con sol.
Nos quedamos ahí el tiempo que duró la granizada, sin poder creerlo, riendonos con todo el cuerpo, llenandonos, y admirando tal espectáculo.
Yo sé que nadie lo contempló, fue un instante en el que todo siguió como siempre. Pero no para nosotras.
Y fue maravilloso.

Como el sol de Nicolas.
Y esas cosas, son indescriptibles, pero vos supiste describirlas tan bien.

La abuela frescotona dijo...

MARAVILLOSO REGALO EL DE NICO, Y EL TUYO A NOSOTROS, ESCRIBIENDO ESTE MAGNIFICO RELATO.
GRACIAS QUERIDA VALEBÉ

bitacora-81 dijo...

Hola Valentina, tu relato es hermoso y lleno de inspiración hacia las cosas que siempre estan allí, están presentes pero jamás las vemos pues se nos hace costumbre... me agrada la forma en la que planteras el personaje de Nico, un chico que pese a tener todo en contra es la persona más optimista, humilde, sencilla y trabajadora de su entorno!!

Es una narración hermosa de una historia real en muchas partes del mundo

Unknown dijo...

BuFF... ¡¡qué bonito!
No puedo decir otra cosa más que me dan ganas de salir al jardín y ver amanecer

India dijo...

las cosas más simples son las más hermosas...y sin emabrgo, son a las que menos les prestamos atención...

besos escritoraaaa mia =)

Habitantedealfacentauro dijo...

Solo decirte que hace tan solo tres o cuatro días he visto un amanecer con una persona muy importante para mi, y que en ese momento he sentido que ese regalo era solo mío.

Tú me has hecho llorar al recordarlo.

Gracias.

Volantín! dijo...

Una tarde una sonrisa entre tantas fue mi regalo y no necesité nada más, ni siquiera que fuera mi cumpleaños...