En el inevitable planteo si seguir o no, en las infinitas preguntas sin respuestas, o respuestas inciertas, me vuelvo a sumergir, me vuelvo a replantear. Si sirve de algo, si vale la pena. No busco más respuestas, ni mucho menos la estrella que me escriba en el cielo qué hacer. Sigo porque así lo quiero y a veces también lo necesito desesperadamente.
Flotaba en el suspenso preguntándome sobre su futuro, y una vez más lo dejo vivir, pero con la mayor libertad que nunca le haya dado. Queda como un espacio abierto, expectante al momento que lo necesite. Sin presiones, sin requisitos. Donde yo también puedo ser libre, porque si no lo soy en él, entonces dónde. Creo que empezar a limitarme fue lo que me alejó.
Y acá estoy, una vez más, para volver cada vez que así lo sienta, sin nada más en mente que expresarme, y sin nadie más en mente que yo misma. Quien quiera leer que lea, quien no quiera, pues que parta, pero esto es mío, y lo voy a compartir con quien realmente así lo desee.
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