domingo, 6 de julio de 2008

Domingo en familia



Ahora es el momento. Ahora es cuando tengo ganas de dejar volar mis dedos por el teclado. Es cuando más cansada me siento, cuando más ganas de darme un baño y acostarme tengo. Cuando la cabeza me funciona bastante rápido, recuerdos, anécdotas e historias que todavía termino de asimilar, pero mis pies caminan despacio hacia mi habitación. Ahora, unos minutos después de la partida de mis dos abuelas, una tía, un tío, tres primas y una sobrina segunda. Ahora, cuando después de seis horas hay silencio de nuevo en casa. Silencio de voces, pero una ducha abierta, un televisor prendido esperando su turno para el baño, y el lavarropas que empieza a dar vueltas en su ciclo de los domingos. Ahora, después de un hermoso domingo en familia en el que no fuimos tantos como otras veces, ni tan pocos como otras más, pero fuimos varios, los suficientes, los necesarios para no dejarme estudiar en todo el día, para darme cuenta de cuán parecida soy a mi tía y compartir temas referidos al arte y la lectura, siempre. Un domingo más, como otros, pero diferente porque fue hoy, y porque cada momento es único e irrepetible. Hoy fue distinto a los que pasaron, y lo será a los que vendrán. Hoy fue domingo, y como rasgo genético tuve que escuchar un promedio de tres conversaciones al mismo tiempo durante todo el día. Somos así. En realidad... son. Tengo el don que tiene mi familia materna de poder escuchar todo a la vez (¡y entenderlo!), pero no el de hablar tanto como lo hacen todos. Yo soy la que escucha callada, la única. Ellos se pelean por hablar y por ver quién cuenta cada anécdota con más emoción y en volúmen más alto... yo logro entender todo, pero no tengo el don de hablar mientras todos los demás hablan. Es así. Somos así. Son así. Soy así. Es mi familia, la que me deja loca, alterada y acelerada cada vez que nos vemos, pero la que tanto quiero, y tanto me gusta que nos juntemos. Estar en una de las conversaciones requiere mucha concentración, ya que no existe una conversación, sino muchas a la vez... y me río con cada detalle, con cada anécdota, con cada personaje... Porque en mi familia hay cada personaje!! En realidad, creo que ninguno se salva. Reitero, ninguno. Yo tampoco. Pero soy protagonista de la menor cantidad de historias y chismes, de eso estoy segura. No porque me crea normal, sino porque tengo otras rarezas. Porque los sigo, pero no a tanta velocidad, no completamente. Soy feliz cada domingo que vienen. Me hacen reír con cada anécdota. Me hacen cada vez darme más cuenta de la peculiar familia a la que fui a caer. Y así me encantan. Así los quiero. Y la paso tan bien cada domingo con ellos!!

No hay comentarios.: