Fui testigo de una muerte. Sí. De una muerte muy súbita, shockeante, inocente. Mi hermanito corrió a avisarme que había un pajarito en el living de mi casa. Fuimos los dos a ver qué era, y apenas pude verlo al pajarito, en un salto voló a toda velocidad hacia la luz y se chocó con el vidrio de la puerta que va a la galería. Sentí el golpe. Lo vi caer. Con mi hermanito lo mirábamos sin saber qué hacer. Fue todo tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Me acerqué al animal y vi que su pico se abría, se cerraba, se abría, se cerraba, se abría… y no hizo ningún otro movimiento. Mi hermanito, asustado, me preguntó “¿Se murió?” “Creo que sí” le respondí. Esperamos unos segundos más, inmóviles los dos, y no hubo más movimiento. Lo toqué con mi dedo y un poco de miedo. Nada. Lo empujé un poco. Nada. Lo levanté y la cabeza no estaba sostenida por nada. El pobre pajarito se había desnucado al chocar tan fuerte contra el vidrio. Mi hermanito quedó impresionado.
2 comentarios:
Vaya... ...qué muerte más trágica e inocente, accidental. A veces, por un accidente, la vida se va, por un maldito accidente pero ¿qué se puede hacer? La vida trae cosas de todas las formas, agradables y no; en fin...
Te he dejado una cosita en mi blog. Si no quieres hacerlo, no pasa nada.
http://bla-esther.blogspot.com/
2008/04/antes-de-qu-pides-t.html
Saluditos.
En casa pasa siempre, es horrible. La historia me hace acordar a una escena de la pelicula Kill Bill II, en la que Bill cuenta como su hija conoce el significado de la vida y la muerte al matar, sin saber lo que hacia, a un pececito. Me pregunto, que habrá pasado por la cabeza de tu hermanito al ver como el pajarito dejaba de existir? Son esa clase de cosas, esas impresiones, las que nos hacen perder la inocencia, o como diría Sabina, que nos roban el mes de abril. Besote Vale!
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