Estoy acostada en esta cama que no es mía, envuelta en sábanas blancas, pálidas, tan llenas de nada más que mi cuerpo moribundo. Me siento débil, incapaz de seguir en este mundo, quizás no me lo merezco, esto ya no es para mí. Siento voces conocidas que hablan alrededor mío pero no logro distinguir de quiénes son. Mencionan mi nombre, pero siento que ese nombre ya no me pertenece. Sé que me están mirando, lo siento perfectamente. Intento abrir un ojo, pero mi párpado está muy pesado y no puedo. ¿Quiénes son los que me rodean? Quisiera saber, pero mi debilidad me quita las ganas y la curiosidad. Alguien toca mi mano. No sé si fue de casualidad, si fue un golpe… pero tampoco lo siento como las caricias que solía hacerme Mauricio. Besan mi mejilla, pero no logro reconocer la boca de Mauricio en el beso. Ni la de Nicolás, ni la de María, ni la de nadie más. Siguen murmurando, me dicen cosas al oído, pero no las entiendo y casi no las escucho. Tengo esposo, dos hijos, madre, amigos, y no quiero abandonarlos, pero siento que tampoco puedo volver a casa. Soy débil, soy un cuerpo inerte sobre una cama hospitalaria.
Esa máquina hace que entre en mis pulmones aire puro, como nunca lo había respirado, pero siento que igual está envenenado, que algo malo introduce en mí. Intento mover un dedo para asegurarme que estoy viva, y nada sucede. Siento que colocaron una dosis de vida en el suero que me mantiene desde hace cuatro días, pero no puedo tomarla, no llega completamente a mi ser. Quiero decirles cuánto los amo, pero no tengo fuerzas. No quiero abandonarlos, pero me siento cada vez más lejos. Me siento nada, me siento inmóvil, me siento un puñado de células sin vida, me siento lejos del mundo que conozco, cerca de otro universo. Me siento débil y sé que por más que quiera, ya nunca más podré besar a Mauricio, ni llevar a Nicolás y a María al colegio, ni cocinar una torta, ni escribir una carta, ni leer a Cortázar, ni caminar por el parque, ni arreglar mis canteros, ni escuchar el último disco de Luis Miguel. Me siento muy débil para seguir, muy lejos para volver, muy enferma para vivir.
6 comentarios:
hola
no alcancé a leerlo todo pero volveré
hla! Algún día sin pasarme por aqui... Vivir sin vivir. Estar sin estar. ¿Que falta? El alma. Creo mucho en el alma, aquello que nos hace sentir, querer, emocionarnos... No es visible, pero si sensible. Tengo la sensación de que si lloramos de tirsteza o pena, el alma ``sangra´´
No sé si explico lo que quiero decir... bueno, yo lo intento.
Un abrazo!
Hay tanta gente anesteciada caminando, creo que hay mucha gente que sin estar en esa cama ha perdido el sentido de la vida. Que buen post! por aca volvere!
si... estoy con juako.. sin el alma no hay nada y tal evz es esa parte lo que te falte.. el sentir pena es muy grave
pero el no sentir es aun peor..
Laura!
me gusto tu redaccion :-)
valee..
jaja no voy a ser mala y te las voy a amndar te lo prometo ..pero en uno de estos dias (perdon) porque la mirr de mi computadora no nda del todo bien y no se que pasa que no puedo abrir hotmail.. ni tampoco puedo enviarlas por el chat asi que es un embole -.-
las vouy a guardar en el mp4 y te las paso asi sea por la casa de la mocha o por un ciber! ok?
besos nos tamos viendo y gracias por firmar ... y ser la primera ajajjaa
besosssss
Pia
ya he tenido tiempo de leerlo completo, y la verdad me dejas anonadado, tu relato es muy descriptivo y profundo, si esta eres tú en proceso de formación, no me atrvería a imaginarte como una escritora consumada.suerte, la necesitamos.si llegas a escribir un libro me avisas que yo haré lo mismo cuando escriba los míos.
keep fighting
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