What should one do when the plant that’s supposed to grow with an exact shape starts taking its own way? It was supposed to grow as an arch, between two columns, but it starts climbing with all its strength and struggles, gives it all just to go up, to break that established structure.
It is the enormous strength of the plant to reach higher versus the aesthetics that one wants, the arch between two columns. Just as the wings of a little bird that wants to learn to fly are cut, should I unfasten those weak threads that so willingly want to go on climbing?
With four hands it holds the rope that will help it climb. With all its strength it tries to go up. It puts body and soul in the objective: reach the sky, reach the highest.
Its life started down there and freely we let it grow up. But when it reached the limit we wanted, every time it twisted its arms around the bar, we disentangled them and hitched the threads to the wires that are supposed to guide its growth.
So, what should one do? Cut that freedom; avoid the growth of the humble plant just because we want to see it with an arch shape? Why cutting its arms, its strength that helps it so much? Why ending up with its freedom? If it tries to climb with all its energy, should we put it down again?
With four hands it climbs. With all its strength it makes it. It goes up, moves up, and high it reaches. Should I take away the hope to go on rising? Should I not value its force, its desire? Should I throw to waste all the energy the plant needed to reach where it is now? That is when I think: do I really want an arch between two columns?
Original:
¿Qué debe hacer uno cuando el jazmín que se supone que debe crecer en forma de arco, entre dos columnas, empieza a trepar con todas sus fuerzas y luchar, dar todo por crecer hacia arriba, por romper esa estructura?
Es la fuerza desmesurada de la planta por llegar más alto contra la estética que uno busca, la forma de arco sobre la escalera, entre las dos columnas de sus extremos. Así como se le cortan las alas a un pequeño pichón que quiere aprender a volar, ¿debo desprender estas débiles hebras que con tanto esmero siguen trepando?
A cuatro manos agarra la soga que lo ayuda a trepar, con todas sus fuerzas intenta subir. Pone cuerpo y espíritu en ese objetivo: alcanzar el cielo, llegar a lo más alto.
Su vida comenzó allá abajo, y libre lo dejamos crecer; pero cuando al límite requerido por los humanos llegó, cada vez que gira sus flacos brazos alrededor del barrote, lo desenredamos y lo enganchamos con los alambres que suponen guiar ese crecimiento.
¿Qué debe hacer uno entonces: cortar esa libertad, detener el crecimiento hacia lo alto del humilde jazmín, sólo porque queremos un jardín que se vea bien? ¿Por qué cortarle los brazos, cortarle las fuerzas que tanto lo ayudan? ¿Por qué terminar con su libertad? Si con todas sus energías intenta trepar, ¿uno realmente puede tomarse el lujo de volverlo hacia abajo?
A cuatro manos trepa. Con todas sus fuerzas lo logra. Sube, sube, y alto llega. ¿Le quito las esperanzas de seguir subiendo? ¿Desvaloro todo su esmero? ¿Desmerezco toda su fuerza? ¿Tiro al olvido o al “que me importa” toda la energía que gastó en llegar?
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