¿Cómo responder a esa pregunta? ¿Dónde anduve? Anduve en muchos lados y a la vez en ninguno. Anduve de viaje. En un viaje que no fue físico realmente. Un viaje de la mente, de las sensaciones, de los estados de ánimo, de la gente. Anduve. Simplemente anduve andando por algún lado. En algún punto anduve, de eso estoy segura.
Porque de estar, estuve. Quizás no dónde alguien me buscaba o alguien me esperaba. Ni quise irme hasta ahí, pero la vida me llevó. Mi mente me llevó. Me llevé sola, me busqué, traté de encontrarme.
Y busqué muchas cosas. No sólo a mí misma. Busqué desde sonrisas y palabras, hasta respuestas y tiempo. Busqué. Algo encontré, otras cosas no. Y seguiré buscando. Porque buscando se encuentra. Porque quiero encontrar muchas cosas. Porque sigo de viaje, sigo suspendida en esa nube que me lleva de paseo de un lado a otro, el mundo sigue girando y yo sigo caminando. Quiero entender. Y si necesito chocarme con una pared, lo haré. Pero no quiero golpearme muy fuerte. Tengo miedo. Quiero hacer lo correcto. Quiero saber qué es lo correcto. Quiero vivir de alguna forma. No quiero vivir de otra. Quiero extrañar algunas cosas, quiero dejar de extrañar otras. Quiero respuestas y no más preguntas. Quiero volver a sentir.
Mi viaje sigue, no sé dónde andaré, dónde me encontrarán, ni cuando volveré, ni a dónde, ni desde dónde. Sólo quiero seguir viajando en aquellos rincones más ocultos; oscuros y a la vez tan llenos de luz, que brillan de esperanzas y a la vez me arrastran a una espiral que me marea. Quiero ver las estrellas titilar, quiero verlas arriba, lejos, majestuosas en aquel inmenso firmamento que nos cubre. Quiero que ellas me cuiden, que me susurren, que me respondan, que me guiñen un ojo, que me abracen, y que con tanta luz sepan guiarme. Quiero saber. Quiero sentir. Quiero vivir. Y en eso estoy, mientras busco y encuentro, camino y aprendo, caigo y crezco.